Cosas del fútbol. Se han tenido que dar dos circunstancias absolutamente inesperadas en una misma temporada para que finalmente Alexander González se incorpore hoy al Málaga CF. Hace cuatro años estuvo a punto de ser el sustituto de su compatriota Rosales. Ahora ha sido posible por su mala experiencia en Rumanía y la grave lesión de Iván Calero.

El lateral venezolano llegó a última hora del sábado a la estación María Zambrano, ayer pasó el reconocimiento médico y, según fuentes del club malaguista, hoy será presentado justo en el regreso a los entrenamientos de la plantilla. Atrás queda el paréntesis navideño, porque este próximo fin de semana se reanuda la competición liguera con la visita al colista, el Albacete.

Para conocer cómo se ha fraguado este encuentro entre Alexander González y el conjunto malaguista hay que remontarse al verano del 2016. Sí, el primero había superado la docena de partidos en su primera campaña en la actual Liga SmartBank. En las filas del Huesca había demostrado, con dos tantos y más de 1.100 minutos, por qué a sus 23 años ya era el sustituto de Roberto Rosales en la selección vinotinto.

Para el Málaga CF, el interés de grandes como el Atlético de Madrid por el lateral venezolano, al que aún le restaba un año de contrato, representaba un contratiempo. Así que se fijó en lo más inmediato, precisamente en el sustituto de un lesionado Rosales en la Copa América Centenario.

Pero en el tanteo también entraron Las Palmas y Eibar, si bien es cierto que Alexander González finalmente permanecería dos campañas más en el equipo aragonés, donde sumaría más de 70 encuentros y hasta cinco dianas.

El joven carrilero nacido en Caracas continuó luego su carrera deportiva en España, aunque su llegada al fútbol europeo, con apenas 20 años, se había producido en tierras suizas. Fichó por el Young Boys después de haber sido proclamado como el mejor jugador juvenil en su país.

A esas tres temporadas en Huesca le seguirían otras dos en las filas del Elche y del Mirandés, ambas en la categoría de plata. Hasta que puso rumbo a la máxima competición rumana y concretamente al seno de un Dinamo de Bucarest que, en plena pandemia, ha arrastrado repetidos impagos.

Así volvió a ponerse en el mercado, hace poco más de un mes, y en las oficinas de La Rosaleda no tardó en saltar su nombre. Fue al poco de confirmarse la grave dolencia de Iván Calero, esa rotura parcial en el cruzado de su rodilla izquierda que abría la puerta a buscarle sustituto de urgencia hasta final de temporada.

Para González, Málaga también figuraba en su agenda personal. Pasó ya las vacaciones de verano en una tierra de la que le habían hablado maravillas sus compatriotas. Sabía de la trayectoria histórica del club, del carácter de sus gentes. Sólo hacía falta poner fecha y hora a su incorporación.

La casualidad ha hecho que se produzca a la segunda, cuatro años después, pero con la misma ilusión que le hubiese producido entonces. Bien es cierto que en ese momento el Málaga CF militaba en la máxima categoría del fútbol español. Pero a nadie escapa que en este momento tiene ante sí la posibilidad de disfrutar de minutos y de demostrar que puede tener un hueco para la disputa de la Copa América.

Fue en esa competición donde los ojeadores malaguistas lo siguieron por primera vez. Así descubrieron que, al igual que Rosales, González, puede actuar como atacante. Que posee llegada y gol.