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Colista y goleado, así es el Málaga CF como visitante

El partido de El Alcoraz ante el Huesca fue el único en el que el conjunto de José Alberto logró mantener la portería a cero fuera de casa

El Málaga CF sigue enfrascado en pésimos números lejos de casa.

El Málaga CF sigue enfrascado en pésimos números lejos de casa. / Mar Bianchi

Mar Bianchi

Mar Bianchi

Es normal que cualquier equipo, temporada tras temporada, se haga fuerte en casa gracias al aliento de la afición. Lo que no es muy lógico es que un mismo equipo muestre dos caras totalmente diferentes dependiendo de dónde juega, tal y como le está pasando al Málaga CF este curso. El asombro y la incredulidad son mayúsculos y cuesta entender qué le ocurre a jugadores y miembros del cuerpo técnico cuando se alejan de Martiricos.

La derrota del pasado sábado en El Plantío ante el Burgos por un contundente 3-0 dejó a los blanquiazules noqueados. Y eso que venían de una buena dinámica de dos victorias consecutivas contra dos equipos mejor posicionados en la clasificación. Pero el sufrimiento es una constante de esta plantilla durante los 90 minutos de juego.

En Burgos se falló todo lo que se podía fallar y por ello el Málaga CF ahonda su crisis como visitante. No es que se les resista la victoria cuando compiten fuera de casa, es que la actitud y los números reflejan que si se tuvieran en cuenta solo los partidos de los blanquiazules como visitantes, serían colistas de la categoría. Asimismo, es el equipo más goleado de la categoría de plata y el que peor average tiene si juega fuera de casa. Y sí, suele ser normal una leve diferencia entre estar en casa con los tuyos o fuera, pero esta diferencia abismal se escapa de toda lógica.

Intensidad, contundencia en área propia y área rival, agresividad... El mismo entrenador asturiano reconocía al término del partido en Burgos que el equipo está todavía muy lejos de lo que quiere mostrar el técnico en el terreno de juego. Son muchísimos los retos que tiene por delante el equipo malacitano pero el que por ahora es el más urgente es, sin lugar a duda, revertir la pésima dinámica del conjunto cuando viste la segunda o tercera equipación más allá de Martiricos. La próxima oportunidad para resarcirse será el jueves, día en el que los malaguistas se estrenan en la Copa del Rey ante el Peña Sport de Tafalla.

Goleadas peligrosas

Pero a fin de cuentas, lo preocupantes no son las derrotas en sí sino cómo se producen y qué imagen dejan del equipo bajo qué estadísticas. Todo esto por no mencionar el bloqueo mental que parece haberse instaurado en los jugadores malaguistas cuando tienen que salir a un terreno de juego que no es el suyo.

De los nueve partidos disputados hasta la fecha fuera de casa, el Málaga CF encadena tres empates y seis derrotas con una gran cantidad de goles recibidos. De estos encuentros, solo ante Valladolid (1-1) y Huesca (0-0), encajó menos de dos goles en contra. De hecho, el encuentro en El Alcoraz es el único en el que los de José Alberto lograron mantener la portería imbatida. El resto han sido dos goles recibidos ante Ibiza, Almería, Sporting de Gijón y Oviedo, tres frente a Cartagena y Burgos y la goleada 4-0 sufrida en El Toralín. Así, el plantel de Martiricos se convierte en el equipo más goleado y con el peor goal average de la categoría como visitante.

La producción goleadora malaguista también deja mucho que desear: no vio portería en Almería, Ponferrada, Huesca ni Burgos, pudieron marcara un único gol en Gijón, Valladolid, Oviedo y Cartagena y dos en Ibiza.

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Hay que retroceder varias páginas del calendario hasta reencontrarse con la última victoria malaguista fuera de casa. Esta temporada sigue siendo una asignatura y la anterior también costó arrancar tres puntos de campo rival para traerlos hasta Málaga.

El partido ante el Lugo del 4 de abril de 2021 fue la última ocasión en la que los blanquiazules, por aquel entonces a las órdenes de Pellicer ganaron lejos de los muros de La Rosaleda. Fue por la mínima, 0-1, y con un gol de David Lombán en los instantes finales del encuentro, a falta de solo seis minutos para el pitido final. De aquel momento han pasado casi ocho meses, un total de 239 días. Una racha demasiado larga.