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Punto de sudor y rabia ante la Ponferradina (0-0)

Los de Natxo González pelearon y pudieron sumar los tres puntos, pero los nervios y la falta de puntería echaron por tierra sus opciones

Mar Bianchi

Mar Bianchi

Fueron muchos los intentos, pero el balón no quiso entrar en la portería de Amir. Ante una Ponferradina con el firme objetivo de optar a un puesto en la máxima categoría, el conjunto de Natxo sudó, sufrió, incluso mostró sus carencias, pero también batalló durante la mayor parte del encuentro en busca de mantener todo lo bueno que ya mostró la jornada pasada. Queda el gusto amargo de sumar de tres, pero el conjunto malacitano sigue en el buen camino. Falta un pasito más. 

La Ponferradina, desde los primeros instantes, quiso dejar claro que venía a Málaga a por una victoria que le permitiese seguir soñando con Primera. Espiau remataba, Ríos Reina subía para disparar desde fuera del área, por suerte Juande de cabeza hizo un despeje providencial y Dani Barrio también evitó que el mal fuera mayor. Mientras tanto, al equipo de Natxo le costó muchísimo arrancar y las opciones de salir de campo propio llegaban con cuentagotas. 

En el minuto 12, Ríos Reina, fuerte en defensa y colaborador en ataque para la Ponfe, tuvo que retirarse del terreno de juego. Una mala noticia para Jon Pérez Bolo, pero buena para los intereses blanquiazules. 

Avanzaba el tiempo y el Málaga CF seguía sin encontrar hueco, cuando tenían la posesión, rara era la vez que el balón pasaba de tres cuartos de campo con poder ofensivo. Entre Vadillo, Febas y Jairo, poco a poco el conjunto malacitano iba despertando. Pero tan lentamente que ninguno fue capaz un tiro entre los tres palos de Amir. Hasta el minuto 24 de acto no llegó la primera acción de peligro real de los locales. 

El problema era que, en cuanto podían, en tres toques los bercianos llegaban al área de Dani Barrio. Por suerte, ni Espiau ni Sergi Enrich tuvieron su día. 

No obstante, una de las peores noticias en clave blanquiazul llegó sin necesidad de que el balón atravesase la portería malaguista. Pasada la media hora de juego y tras una carrera, Juande tuvo que tumbarse al césped, con gesto de dolor, echándose las manos a la cabeza. El cordobés no pudo continuar así que Lombán se quedó como único central profesional de la zaga y Andrés Caro saltó al verde para arrimar el hombro. 

En el tramo final de la primera parte, los de Natxo González firmaron sus mejores minutos. Les faltaba precisión, pero pusieron en apuros a los defensas de la Deportiva. Brandon intentaba por todos los medios ver portería, pero seguía sin calibrar bien sus lanzamientos y Febas también encadenó varios disparos pero o bien se marchaban altos o acababan tapados por la Ponfe. Junto a Febas, uno de los más eficientes en ataque fue Jairo. El santanderino presionaba, dejaba atrás a los rivales, asistía... Pero siempre fallaba el último paso. 

La segunda mitad comenzó con una jugada donde perfectamente se podría haber señalado penalti sobre Brandon. No fue así, pero Málaga no iba a regalar el partido. Una buena conexión entre Febas y Vadillo dio lugar a otra de las pocas ocasiones claras blanquiazules. El de Lleida condujo el esférico, la descargó para Vadillo y el tiro se quedó a centímetros del palo

La entrada en césped de Paulino dio frescura a la parcela ofensiva y el Málaga no cedió un ápice en sus intentos de batir a Amir. Pero la historia se repetía: un palo, un tiro desviado, las manos de Amir o la actuación de la defensa de la Deportiva echaban por tierra las llegadas blanquiazules. 

Natxo buscó el punto de inflexión y realizó un triple cambio para los últimos 15 minutos de choque: sentó a Brandon, Vadillo y Cufré para dar minutos a Javi Jiménez, Chavarría y Roberto

Con una marcha más, los blanquiazules lograban encadenar varios pases peligrosos hasta campo rival. En una de esas, Javi Jiménez lanzó un misil que medio estadio veía ya dentro, pero acabó en córner. Se fue de córner en córner en tres jugadas seguidas, con el público de Martiricos volcado con los suyos. Pero no era el día, la pelota no quería entrar. 

Faltó pausa, pensar un momento, porque en la última línea los de Jon Pérez Bolo siempre acertaban hacia dónde se iban a dirigir los blanquiazules. 

Se peleó, se luchó, se notó que el equipo está trabajando y al menos se sumó un importante punto ante un rival que, meses atrás, había sacado los colores al Málaga CF.