Polémica

Divorcio total entre la afición del Málaga CF y los jugadores

La imagen que mostró el equipo blanquiazul en la derrota ante el Huesca ha colmado la paciencia de los seguidores de La Rosaleda - El malestar aumentó por el recibimiento al que no se presentaron los futbolistas y el estado de los asientos

La afición malaguista animó hasta el 0-1.

La afición malaguista animó hasta el 0-1.

Mar Bianchi

Mar Bianchi

El esperpento que se vivió el domingo en Martiricos va a ser difícil de olvidar para todos los que estuvieron presentes en el choque entre Málaga y Huesca. Además del chaparrón deportivo y la total pasividad de los futbolistas blanquiazules, la afición tuvo que lidiar con otros dos momentos de tensión que, a la postre, solo hicieron que aumentar el enfado y la tristeza del malaguismo.

Si en algún libro estaba escrito cómo iba a ser la tarde de domingo en La Rosaleda debería estar colocado en la estantería de terror. A nivel futbolístico la primera parte del Málaga CF fue aceptable, incluso tuvo un par de ocasiones con las que adelantarse en el marcador. Pero como bien explicó Febas poco después del pitido final, pasó «lo de siempre».

El partido era un buen día, a buena hora y con un clima llevadero después de las jornadas de lluvia y calima. La afición se había volcado con los suyos: todos tenían que remar en la misma dirección para salir del atolladero consumado tras la derrota en Fuenlabrada. La grada de animación se empleó durante gran parte del partido. Justo en el arranque de la segunda parte, después de que Dani Barrio cometiese el error que desembocó en el 0-1, los malaguistas trataron de reanimar a los suyos del mazazo. Pero con el 0-2 el conjunto de Natxo González se vio totalmente sobrepasado, desapareció del terreno de juego. En ese momento, una afición demasiado acostumbrada a sufrir y a vivir derrotas contundentes en casa explotó. «Jugadores mercenarios», «la camiseta no la merecéis» o sonoras pitadas a algunos de los miembros del primer equipo cuando eran sustituidos o tocaban el esférico. El límite de la paciencia se colmó.

El sentir que se podía palpar en los vomitorios al término del encuentro se trasladó inmediatamente a las redes sociales. Natxo González, los jugadores, Manolo Gaspar, nadie se salvó de las críticas.

Un recibimiento fantasma

La previa del partido ante el equipo de Xisco Muñoz ya comenzó torcida. Los malaguistas habían organizado un recibimiento para dar un chute de energía a los jugadores, recibimiento al que no se presentaron los que debían ser los protagonistas, los jugadores.

La versión que aportó el club al término del encuentro fue que para los partidos de casa, los miembros de la plantilla llegan uno a uno en sus respectivos vehículos a las instalaciones de Martiricos en vez de todos juntos en el autobús. Además, explicaron que hubo un malentendido con el lugar de encuentro, de esta manera los aficionados se quedaron en una parte de los aledaños del estadio y los jugadores en otra.

El público animó al equipo hasta que el Huesca firmó el 0-2.  | LALIGA

Así lucían los asientos de La Rosaleda el pasado domingo.

Suciedad en las gradas

Después de lo sucedido en los exteriores de La Rosaleda con el recibimiento, los malaguistas no esperaban encontrarse más sorpresas desagradables. Cuando se trata del Málaga, a veces la realidad supera la ficción.

Cuando los seguidores boquerones fueron poco a poco llegando a sus asientos, vieron que los efectos de la calima y las lluvias de los últimos días aún seguían presentes en Martiricos. Un sinfín de asientos tenían un poso de fango que hacía imposible sentarse para ver el partido, a no ser que alguien estuviera dispuesto en ensuciarse. Otra imagen lamentable e impropia de un club profesional.

Los asistentes al partido sacaron sus teléfonos móviles y documentaron en redes sociales la escena grotesca pidiendo soluciones a la entidad. En esta ocasión, la versión del Málaga CF fue que pese a estar limpiando durante toda la semana, las últimas lluvias dejaron en este estado los asientos. Una respuesta que lejos de contentar a alguien, aumentó el cabreo de los que pagan un abono o entradas sueltas y se encuentran las instalaciones en ese estado.

Barro, suciedad, enfado y derrota fueron los ingredientes de un domingo inolvidable, en el mal sentido. La frase que en varias ocasiones ha dicho Natxo ahora es una realidad: a la afición, ya no les pueden pedir nada, él y los jugadores les deben muchas.

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