Crónica

Sin margen de error (0-0)

El Málaga CF no puede pasar del empate en La Rosaleda ante el Oviedo y se queda en el alambre, con solo dos puntos de ventaja sobre el descenso

Manuel García

Manuel García

¿Vaso medio lleno o medio vacío? El Málaga CF consiguió sumar un punto en casa ante un equipo venía como un vendaval tras seis victorias consecutivas, pero la situación clasificatoria te deja la sensación de que el botín conseguido es muy escaso. Los blanquiazules no pudieron pasar del empate en casa, donde no ganan desde noviembre, y ahora se quedan con solo dos puntos de margen sobre el descenso, tras la victoria de la Real Sociedad B. Quedan tres jornadas, y lo más positivo de todo es que los de Guede siguen dependiendo de sí mismos para mantener la categoría, una tarea que se va complicando semana a semana. 

Al equipo malagueño no le alcanzó para superar al Real Oviedo. Ni con los casi 22.000 aficionados que tuvo a su disposición hasta el pitido final. Los de Guede hicieron un partido serio atrás ante un equipo con gran potencial, pero en el otro área no fueron capaces de generar demasiado peligro.

Finalmente se superó la barrera de los 20.000 espectadores en La Rosaleda para empujar al equipo en un partido vital, con tintes casi dramáticos tras el triunfo del Sanse. La importancia del choque, para uno y otro conjunto, cada uno en su particular pelea, se dejó notar desde el inicio. Cada balón era una batalla, cada error podía costar caro y cada córner a favor del Málaga se celebraba en La Rosaleda casi como un gol.

La primera mitad no dejó grandes ocasiones de gol en ninguna portería, pero sí permitió ver a un Málaga muy metido en el partido y con ganas de dominar a uno de los equipos más en forma de la categoría. En una de esas acciones a balón parado cerca estuvieron los de Guede de adelantarse en el marcador, pero nadie apareció para remachar un balón que quedó suelto en la frontal del área pequeña. En el otro lado, el equipo blanquiazul se estaba mostrando muy seguro, con Escassi y Lombán atando en corto a Borja Bastón, pitado por la grada.

Apenas tuvo que aparecer Dani Martín en los primeros 45 minutos. El trabajo del meta blanquiazul se limitó a dar inicio al juego de su equipo, y lo hizo con acierto cada vez que sus compañeros le cedían el balón tras una recuperación. Lo más negativo del primer acto fue la lesión de Jozabed, que tuvo que abandonar el encuentro a la media hora. Tuvo que entrar Ramón en su lugar prácticamente sin calentar. Con el 0-0 inicial y con el Málaga con ganas de abrir la lata, se marchaban los jugadores a vestuarios.

El partido continuó por la misma tónica, muy cerrado, con las defensas sin apenas conceder y con los dos equipos a la espera de aprovechar cualquier rendija que dejara el rival. Cierto es que el Real Oviedo empezó a hacer de con el dominó territorial, y ahí llegaron sus dos mejores ocasiones, casi de manera consecutiva.

En el ecuador del segundo tiempo, primero tuvo que despejar de puños Dani Martín y el balón le cayó en la frontal a Luismi, que empaló el balón y se le marchó por muy poco a la derecha de la portería malaguista. Y justo dos minutos después, un cabezazo de Sangalli a la salida de un córner tomó el mismo camino por línea de fondo.

Los entrenadores movieron el banquillo para refrescar a sus equipos tras el gran esfuerzo, y ninguno de ellos renunciaba al triunfo. El partido entraba en una fase peligrosa, entre el riesgo de perder lo que tienes en el bote y la necesidad imperiosa de sumar más de un punto. Ziganda había sacado hombres de ataque con mucho talento para este tramo final, pero el Málaga estuvo muy bien. Sin embargo, faltaron las fuerzas y las ideas para generar más en ataque en los compases definitivos y llevarse la victoria. No se movió el marcador, reparto de puntos y situación límite para el Málaga. Tres finales por delante para sobrevivir.

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