Me parece deplorable que se utilice el nombre de Alfonso Hohenlohe para justificar la construcción de rascacielos alegando que él hubiera hecho lo mismo, más aún cuando ni siquiera le conoció.

Cuando José Banús, conocido constructor de viviendas en barrios humildes, mostró el proyecto del puerto a Alfonso compuesto por seis rascacielos, la reacción de Alfonso fue rotunda; «si tú llevas a cabo este proyecto, vendo el Marbella Club y me voy con mi familia y amigos de Marbella». Banús, que era una persona inteligente y pragmática, comprendió que los amigos que Alfonso trajo serían los que en el futuro «darían de comer» a la ciudad por lo que cogió los planos y los rompió añadiendo que él no tenía experiencia en este tipo de construcciones y que lo dejaba en sus manos.

Días más tarde, Alfonso volvió al despacho de Banús acompañado de Noldi Schreck y en pocos minutos diseñaron las casas del puerto tal y como se construyeron, convirtiéndolo en el puerto más bonito del Mediterráneo. Según me contaba mi tío Alfonso, Banús no podía creer que en media hora tuviese prácticamente el proyecto terminado, a lo que Noldi le dijo que «en arquitectura lo bonito ya está hecho y que los proyectos se alargan y en muchos casos se estropean, por el egocentrismo de algunos arquitectos, promotores o alcaldes que quieren dejar su huella para la posteridad construyendo símbolos de su legado».

Gracias a la humildad de Banús, millones de turistas vinieron a Marbella en busca un lugar distinto al de sus ciudades de origen, es decir, sin interminables rascacielos agobiantes construyéndose en cada barrio. Muchos de ellos se quedaron para siempre alegando que, aunque se han hecho muchas barbaridades urbanísticas, Marbella sigue siendo la envidia de muchas otras ciudades que han tenido que sucumbir a los rascacielos.

Alfonso decía que las construcciones altas eran necesarias en ciudades como Monte Carlo en las que el terreno era escaso pero, ¿han visto la cantidad de terreno y promociones esqueleto que están aún sin urbanizar? Aconsejo se metan en Google Earth para comprobar los cientos de hectáreas de campo seco, susceptible de incendios y de estercoleros, que se podrían desarrollar y ajardinar con urbanizaciones de buen gusto, que sin duda atraerían a inversores de alto poder adquisitivo que «darían de comer a Marbella» como los que quería don José Banús.

Señora alcaldesa, Marbella no se merece que su futuro quede hipotecado de por vida para satisfacer los bolsillos de unos pocos. Mantengámosla siendo un símbolo y la envidia de muchas otras ciudades y sigamos la filosofía del príncipe

Alfonso de Hohenlohe que, a pesar de que alguno dice conocerla bien, no era la de «pan para hoy y hambre para

mañana».

*Sobrino de Alfonso de Hohenlohe