La imagen es apocalíptica. Un mar embravecido que se echa encima del puerto deportivo de una ciudad que ya muestra el desgaste propio de un nivel del mar que ha llegado para quedarse. Podría ser una instalación náutica de Benidorm (Alicante) o de La Manga del Mar Menor (Murcia) de la zona mediterránea, o la playa de La Concha de San Sebastián, en la cantábrica, puntos que Greenpeace creen que desaparecerán junto a otros muchos este mismo siglo si no se evita el deshielo del Ártico y se frena el cambio climático.

Sin embargo, la imagen de la Sierra Blanca al fondo delata que se trata del puerto de La Bajadilla de Marbella, una de las ciudades elegidas por la organización ecologista para presentar el informe España: hacia un clima extremo. Riesgos de no frenar el cambio climático y la destrucción del Ártico que analiza los posibles efectos extremos de la desaparición del Ártico.

La responsable del programa de costas de la ONG, Pilar Marcos, explicó que un centímetro de subida del mar equivale a un metro de playa y que, según cálculos basados en las estimaciones del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) de la ONU se calcula que, si no se toman medidas, en el Mediterráneo el nivel del mar habrá subido a final de siglo en torno a medio metro, lo que significa una regresión del litoral de 500 a 700 metros adentro que significaría el desplazamiento o desaparición de muchas ciudades. Greenpeace señala directamente al litoral malagueño al asegurar que el deshielo haría desaparecer localidades de la Costa del Sol y de toda la costa urbanizada en general, así como la aparición de enfermedades infecciosas a causa de la llegada de mosquitos transmisores de enfermedades como el dengue o la fiebre amarilla; desaparición de algunas zonas de viñedos; afecciones en el turismo de playa, de interior y de montaña; efectos negativos en los cultivos de viñedo, al cambiar la relación entre el azúcar y los ácidos.

Recreación de Marbella afectada por el cambio climático. (Pedro Armestre / Mario Gómez, Greenpeace)

No al negocio en el Ártico Marcos y el director ejecutivo de Greenpeace, Mario Rodríguez, reclamaron al Gobierno español que se posicione respecto a su postura en el Ártico y que no vea en la explotación una nueva oportunidad de negocio e inversión. Rodríguez denunció que España, que es observador en el Consejo del Ártico, ha manifestado sus intereses en el transporte y en la pesca de este enclave. «Queremos que España se posicione a favor de crear un santuario en el alto Ártico en el que se prohíban las prospecciones de petróleo y la pesca», resumió. «Queda poco tiempo para tomar decisiones», añadió Rodríguez mientras Marcos insistía en que no tiene sentido que España apoye la resolución para crear un santuario en el Ártico y que, por otro lado, se posicione a favor de abrir nuevos caladeros.

La portavoz de costas de la ONG añadió que los datos del IPCC revelan que el Ártico se derrite al doble de velocidad que el resto del planeta y que en los últimos cuatro años se ha perdido hielo polar equivalente a tres veces la superficie de España. Entre los riesgos de efectos extremos, Greenpeace apunta que se producirían con el deshielo del Ártico y el cambio climático en España, citaron un aumento de las temperaturas que se traduciría en una disminución del acceso al agua potable; en el aumento de la demanda energética; en el incremento de los incendios forestales; en la subida del nivel del mar y olas enormes o en un incremento de las supertormentas y ciclogénesis como las del pasado invierno a causa de los cambios en la corriente del chorro; la acidificación de los océanos o el aumento de los gases de efecto invernadero. Rodríguez manifestó que «salvar el Ártico es salvar mucho más», como el clima de España.