­ La muerte del rey Abdalá bin Abdelaziz acerca aún más la corona de Arabia Saudí a la Costa del Sol. El fallecimiento del Guardián de los Santos Lugares a los 91 años por una neumonía ha elevado al trono a su hermano Salman bin Abdulaziz, uno de los turistas más exclusivos de Marbella durante las dos últimas décadas. Más desde que en 2005 desapareciera su hermano y gran líder de la familia, el rey Fahd, el primer gran enamorado de la Perla del Mediterráneo que cada año revolucionaba la ciudad instalándose en el palacio Al Riyad, junto al Palacio Nahda, entre el núcleo urbano y Puerto Banús. Bien lo sabe el Ayuntamiento de Marbella, cuya alcaldesa, Ángeles Muñoz, destacó ayer la «especial» vinculación que mantiene la familia real saudita con la ciudad al tiempo que mostró sus condolencias por la muerte de Abdalá.

Esa vinculación se convierte en idilio cuando se habla de Salman, hasta ayer príncipe heredero tras la muerte de Nayef bin Abdelaziz en junio de 2012. Desde Fahd, es el miembro de la familia que más se deja ver por Marbella, aunque también ha protagonizado muchas visitas oficiales en España recibido siempre por los Reyes. Sin embargo, son las citas de verano las que suponían y seguirán suponiendo una gran inyección económica para los empresarios de la zona, ya que la familia real ha venido arrastrando un enorme séquito durante la última década que permitía a joyerías y todo tipo de comercios hacer su agosto cada vez que se acercaban a la Milla de Oro.

El presidente de la Asociación de Extranjeros en la Costa del Sol, Ricardo Sánchez Bocanegra, califica como «gran noticia» el nombramiento de Salman. «Siempre se ha hablado del rey Fahd, pero Salman es el miembro de la familia que mayor relación ha demostrado con la ciudad», dice antes de añadir que las visitas son prácticamente anuales y que el nuevo monarca solía ser el miembro menos discreto de la familia durante sus visitas. Si antes venía como príncipe, ahora lo hará como rey. «Es una promoción extraordinaria para Marbella y la Costa del Sol. Acuérdese de esa histórica foto de 1981 en Marbella en la que aparecen el entonces príncipe Fahd con el secretario de Estado norteamericano Alexander Haig y lo que supuso para la ciudad», insiste Bocanegra.

Influencia

La influencia de esta corona va más allá de sus vacaciones a la Costa del Sol, ya que su vinculación con España viene de una estrecha relación con la monarquía española. En 2012, el rey Juan Carlos fue el primer jefe de Estado en llegar a Yeda para expresar a la familia real saudí sus condolencias por la muerte de Nayef. Allí se reunió con Salman, que pasó al segundo puesto de la sucesión al trono y que unos días antes había visitado oficialmente España. Ahora, el rey Felipe repite el gesto y tiene previsto llegar hoy a Riad para asistir a las exequias de Abdalá, a cuya familia ya envió ayer un telegrama para trasladar su «más sincero sentimiento de pesar» y su compromiso de reforzar los lazos de amistad y cooperación que unen a ambos países. Hasta la muerte del rey Fahd en 2005, que provocó otro viaje a Riad de don Juan Carlos, las relaciones entre ambas monarquías estuvieron marcadas por la estrecha amistad personal entre los dos reyes, reflejada en múltiples encuentros entre los propios soberanos o sus familias tanto en Madrid y Riad o Marbella. En todo caso, las relaciones políticas y comerciales se incrementaron notablemente como muestra un elevado número de intercambios de viajes desde la llegada al trono del rey Abdalá y la visita oficial que los Reyes realizaron en abril de 2006 a Riad en la que se firmó un acuerdo para institucionalizar los contactos entre ambas naciones.

Salman bin Abdulaziz (1935), que representó a la familia real saudí en la boda de don Felipe y doña Letizia, pertenece al tronco más ilustre de la familia del fundador del reino, Abdelaziz al Saud (1880-1953), un grupo conocido como los Siete Sediriyin compuesto por los siete hijos que tuvo Al Saud con una mujer de la familia Al Sediri. En su primer discurso como monarca dijo que continuará con las políticas que sus antecesores y aludió a la necesidad de la unidad entre árabes y musulmanes. «Seguiremos aferrados al enfoque tradicional sobre el que fue creada esta nación por su fundador. No nos alejaremos nunca de esa línea, puesto que nuestra Constitución es el libro de Alá (el corán) y los actos del profeta Mahoma», aseguró. La monarquía absoluta de Arabia Saudí se remonta al año 1923. El país, regido por la ley islámica y donde los derechos fundamentales están gravemente restringidos, es también conocido como «el lugar de las mezquitas sagradas»» de Meca y Medina, cuyo guardián es el monarca.