­Marbella recobra su antiguo impulso. Sin tregua y sin vacilaciones, dejando ya definitivamente enterrada la herencia del gilismo y con un poder de atracción que poco a poco va asemejándose al de sus tiempos más dorados. Especialmente, en lo que respecta al interés del capital extranjero, que, animado por el salto del turismo, ha empezado a atajar en la recuperación y restituir al municipio parte de su evaporada musculatura inmobiliaria.

Las mansiones, que antaño eran el emblema del lujo de la zona, vuelven a venderse. Y el futuro, aunque observado siempre con cautela, se presume bastante despejado. El dinero se mueve en el litoral y, lejos de tocar techo, se aviene con más fuerza para las próximas temporadas. Según Ricardo Bocanegra, presidente la Federación de Asociaciones de Extranjeros de la Costa del Sol, son muchos los turistas que compran, pero más aún los que aguardan a que se apruebe el nuevo PGOU para dirigir sus ofertas a Marbella.

La intención del Ayuntamiento de poner en el orden el urbanismo, ha supuesto un nuevo aldabonazo en las valoraciones de los compradores, que confían en que el documento termine de proporcionar a los propietarios la seguridad jurídica, despedazada por completo a raíz de la entrada en escena de Jesús Gil y sus acólitos. Marbella quiere romper, en este sentido, con la parte más brumosa de su pasado reciente. Y, para eso, trabaja en una planificación que, de cumplir con las previsiones, serviría en última instancia para apuntalar un incremento que, por ahora, no tiene visos de ceder frente a sus competidores.

Los últimos datos en materia de empleo son un ejemplo más de la velocidad que ha adquirido el conjunto de la industria en la que es considerada por muchos empresarios como el auténtico bastión para el desarrollo de la costa. Marbella lidera las contrataciones. Y, al mismo tiempo, con un ritmo de crecimiento en la rentabilidad que va desde los hoteles a los bares y restaurantes. Los establecimientos han roto con la caída de precios. Y ya, a diferencia de hace un lustro, no necesitan rebajar sus pretensiones para resistir la balacera de la crisis.

En el mercado de la vivienda, de acuerdo con los datos de la Asociación de Constructores y Promotores (ACP), aún resta para volver a trabajar con las tarifas que se manejaban en 2007. Sin embargo, la vuelta al crecimiento es un hecho. El metro cuadrado puntea de nuevo por encima de los 2.000 euros. Y el número de ventas se sitúa por fin en un millar por trimestre, el doble de las de hace apenas unos meses. Si el turismo continúa con su actual capacidad para estimular el negocio y el PGOU se aprueba antes de 2020, Marbella iniciará década en un momento bastante propicio para dar un paso adelante. Y en la industria, a pocos se le escapa que éste vendrá de la mano de las divisas y de la inversión foránea.

De momento, y a la espera de ponerse al día con el urbanismo, el resurgir de la zona extiende también su crecimiento a los municipios limítrofes de Estepona y Benahavís, que siguen creciendo. Los mercados recuperan la confianza. Y con una variedad de protagonistas que induce a mirar con optimismo la evolución del próximo lustro. Los británicos, aunque pendientes del Brexit, son los que más energía demuestran; sus adquisiciones, en diferentes grados y precios, están detrás de buena parte del proceso de revitalización que vive actualmente la Costa del Sol. Otra tanto se puede decir de los belgas y de los nórdicos, con los noruegos a la cabeza, que se han revelado en un estímulo constante para la vivienda.

Mientras Marbella corrige su urbanismo, las expectativas más inmediatas no dejan de ser altas. Ricardo Bocanegra cree que el año finalizará con nuevas cifras de crecimiento. Eso sí,sostiene, siempre que a la administración central, todavía en suspense, no le de por endurecer las condiciones burocráticas.