El «Lince andaluz» alcanzaba el pasado fin de semana el sueño de lucir la camiseta de la selección española en el Mundial de ciclismo en ruta. Fue en Doha donde representó al combinado nacional, pocas semanas después de haber lucido también el maillot español en el Europeo.

Para el corredor marbellí de Cofidis, que ha conseguido reinterpretar el concepto de ciclista batallador en las grandes vueltas, a base de meterse en mil y una fugas, ha sido el broche a una temporada inolvidable. Este año, como de 2012 a 2014, disputó el Tour y la Vuelta -el pasado año lamentó enormemente tener que perderse una ronda española que precisamente salía de Marbella-.

Después de un lustro de experiencia en las carreteras galas, con todos los focos del planeta en la gran ronda por etapas, Maté volvió a brillar como él solo. Se empleó a fondo siempre que la carretera se lo permitió. Y en la Vuelta repitió gestas, hasta concluir en el vigésimo segundo puesto de la clasificación general -apenas tres posiciones por encima del meritorio lugar que ya ocupó hace dos veranos-. Todos estos registros lo convierten en perfecto embajador de Marbella por el mundo.