Vecinos de la calle Postigo, próxima al casco antiguo de Marbella, exigen medidas para terminar con las molestias que producen unas 20 personas que frecuentan desde hace unos cinco años de forma irregular un local abandonado.

Los inquilinos generan ruidos, especialmente a altas horas de la noche, con gritos, golpes y peleas, además de almacenar basura, en un hostal abandonado que cuenta con 14 habitaciones y cuyo titular es una entidad bancaria. El local está ubicado en los bajos de una comunidad de vecinos de doce viviendas que comparten tres patios interiores y en la que residen algunas personas mayores.

Una de las vecinas que padece las molestias de estos okupas es Fuensanta Fuentes, que asegura que, desde el mes de junio, ha solicitado ayuda a las delegaciones de Servicios Sociales y de Sanidad del Ayuntamiento y ha acudido a la Justicia. «La Policía no puede entrar porque es una propiedad privada. Los agentes vienen, llaman a la puerta y, al no recibir respuesta, se van tal como llegan. Nos dicen que tiene que ser el propietario del inmueble el que se ocupe de los inquilinos, pero al menos pedimos que se nombre a algún responsable que esté con ellos para controlarles», indica.

Los abogados de los vecinos afectados han contactado con representantes de la entidad bancaria propietaria del inmueble «para ver qué se puede hacer», señala Fuensanta, sin resultado hasta la fecha.

La vecina asegura que, antes de acudir a los servicios municipales y a los tribunales, ha tratado de dialogar con los inquilinos que generan «más guerra» pero no han atendido a sus reclamaciones. «Con nosotros no se meten, pero no hacen nada. Dicen que van a limpiar los patios, pero no actúan», lamenta.

Otra vecina afectada, Carmen de la Rosa, añade que no abre las ventanas de su casa para evitar que se metan las pulgas de los perros de los okupas. «No podemos ventilar las casas. También hay personas que trabajan y no pueden descansar. Llevamos cuatro años luchando. Sólo les pedimos que se comporten y que mantengan un mínimo de limpieza para convivir con el resto de vecinos», señala la mujer.

Carmen Ruiz mantiene cerradas las ventanas de la cocina y del lavadero pero da gracias de que su vivienda tiene otras que miran hacia la calle. «Hay vecinas cuyas ventanas dan al patio interior y no las pueden abrir porque el hedor es horrible», señala la vecina, que asegura que los inquilinos carecen de luz y agua.

Fuentes municipales han asegurado a La Opinión de Málaga que el Ayuntamiento ha informado a la entidad bancaria del estado en el que se encuentra el inmueble y ha propuesto recomendaciones para remediar la situación, como el tapiado de la fachada tras el desalojo. Las fuentes destacan que el desalojo depende de que su propietario traslade el asunto a los tribunales, iniciativa que el Ayuntamiento desconoce si se ha producido.