Lo que estaba siendo un plácido día de vigilancia en Puerto Banús, una de las zonas de mayor atractivo turístico de Marbella, se convirtió para Andri Rojas, Nacho Morago, Antonio Cornejo y Fran Toro en una de las jornadas más heroicas desde que prestan servicio como agentes de la Policía Nacional.
Minutos antes de las 16.30 horas del pasado 10 de septiembre, los cuatro agentes que realizaban sus labores en Puerto Banús, repartidos en dos patrullas, recibieron el aviso de un vigilante de seguridad que les requería para que acudieran a una urgencia en uno de los restaurantes del recinto náutico. Cuando llegaron al establecimiento, se encontraron con un hombre tendido en el suelo. Era uno de los cocineros del restaurante, que trabajaba en el local desde hacía un mes: estaba inconsciente y amoratado, carecía de pulso y respiración, mientras entre sus compañeros reinaban el nerviosismo, los gritos y las lágrimas.
Los policías aplicaron de inmediato y por turnos el protocolo de reanimación cardiopulmonar que se enseña en el proceso de formación de los agentes y que incluye, entre otras medidas, la compresión del tórax, la comprobación de la vía aérea o del pulso, mientras pedían de forma prioritaria el servicio de una ambulancia y recababan información sobre la persona para conocer sus antecedentes y facilitar la labor de los sanitarios.
La actuación de los cuatro agentes se prolongó durante unos 20 minutos, el tiempo que tardó en llegar al lugar de los hechos una ambulancia del Servicio de Emergencias Sanitarias de Andalucía 061, cuyos sanitarios realizaron actuaciones de desfibrilación y estabilización del cocinero en el restaurante y, posteriormente, le trasladaron al Hospital Comarcal Costa del Sol.
Fue un periodo de tiempo en el que la intervención de los agentes evitó un trágico desenlace. «El médico nos manifestó que nuestro trabajo en conjunto fue de mucha importancia para sostenerle con vida», recuerda Antonio. «El sanitario nos dijo que, gracias a nuestra labor, en lugar de proceder a un levantamiento de cadáver estaba haciendo un traslado de una persona en estado grave que, más allá de las secuelas que le pudieran quedar, podía continuar con vida», añade Andri.
Tres días después del suceso, uno de los agentes acudió al Hospital Comarcal para interesarse por el estado del cocinero, de unos 40 años, nacionalidad española, casado y con un hijo. Allí le dijeron que, tras estar en coma inducido, se encontraba ingresado en planta y que no presentaba ningún tipo de secuela.
«Es una satisfacción personal, lo que más te llena. Tú puedes atrapar a muchos malhechores y coger mucha droga en la calle, pero los servicios humanitarios son los que más marcan. Me fui satisfecho a casa», señala Andri, que había intervenido con anterioridad en dos casos similares que se resolvieron de forma completamente distinta.
«La mujer del hombre nos ha transmitido su agradecimiento por devolverle la vida a su marido. Él no se acordaba de nada, pero, cuando se despertó, le comunicaron que fueron unos policías los que le habían salvado la vida. También los trabajadores del restaurante nos han dado las gracias porque su compañero esté bien», apunta Nacho, que, como Fran, lleva dos meses de prácticas en Marbella.
«Hemos sido una piña, desde la persona que le encontró en el suelo, hasta el vigilante que nos avisó, nosotros y los sanitarios. Actuamos todos juntos como una cadena», destaca Fran.