­Presidente del PSOE de Málaga desde hace cerca de un año, llegó al cargo de la mano del secretario general, José Luis Ruiz Espejo, en el ecuador de un mandato marcado por la irrupción de nuevos partidos políticos en las corporaciones de los municipios malagueños, tras las elecciones locales de 2015 y los gobiernos de coalición, en un momento en el que Málaga era la provincia de Andalucía en la que más mociones de censura prosperaron. Una de ellas le apartó, a finales del verano de 2017, de la Alcaldía de Marbella, a la que accedió tras un acuerdo entre PSOE, IU y OSP. Diez días después de ratificarles su apoyo, la formación sampedreña anunció que el resto del mandato gobernaría con el PP. Dentro de ocho meses aspirará por última vez a repetir como regidor.

¿Qué valoración hace del tiempo que ha estado al frente de la presidencia del PSOE de Málaga?

Hemos hecho un trabajo muy minucioso para fortalecer la estructura orgánica del partido. Ahora prima la unidad dentro de la dirección política y de la militancia del PSOE en la provincia de Málaga.

Tras su nombramiento, se anunció que el cargo de presidente del PSOE de Málaga, tradicionalmente honorífico, adquiriría una dimensión más ejecutiva ¿En qué se ha traducido ese cambio?

He formado parte de las consultas de muchas de las decisiones que ha adoptado el PSOE de Málaga y soy una de las personas de máxima confianza de Ruiz Espejo para definir el presente y futuro del partido en la provincia.

¿Qué opinión tiene del papel de la Diputación Provincial?

Es un juguete en las manos de Elías Bendodo (presidente del ente supramunicipal). Un órgano de esas características, que nació para ayudar a los más débiles en términos individuales y de municipios, no puede ser mal utilizado por los intereses personales y partidistas de Bendodo. Las diputaciones pierden su razón de ser cuando se gobiernan de forma individualista, como lo hace él.

¿Cómo han condicionado al PSOE las mociones de censura?

Las mociones de censura que ha llevado a cabo el PSOE han buscado la mejora de la calidad de vida de los vecinos y reflejaban pactos naturales, como es el caso de Ronda. En cambio, las mociones de censura del PP buscan los intereses partidistas o individuales. En ningún caso son mociones de censura naturales. Ahí tenemos el ejemplo de Marbella. El PP pacta con OSP, cuyo discurso en política territorial es justo el contrario.

¿Qué ha aprendido el PSOE de un mandato marcado por el fin de las mayorías absolutas en buena parte de la provincia y la aparición de nuevos partidos?

A dialogar, hablar y escuchar a todo el mundo. Cuando hay fuerzas políticas con una alta representación, en este caso los nuevos partidos políticos, es porque hay un porcentaje importante de la población que los ha votado y con ellos hay que buscar puntos de encuentro. El PP, a estas alturas, sigue sin aprender.

Pero usted ha descartado pactar con OSP tras las próximas elecciones municipales de 2019.

Hablamos de las nuevas fuerzas políticas, no de aquellas que tienen los malos modos de la derecha.

¿Y OSP no era la derecha cuando pactó con el PSOE?

Entendíamos que era un partido social. Ahora sabemos que sólo prima sus intereses individuales. Y eso está en las antípodas de los intereses generales, que defiende el PSOE.

¿Cómo ve las posibles confluencias entre Podemos e IU para las elecciones de 2019?

Siempre soy partidario de los entendimientos entre aquellos que tienen similitudes ideológicas.

¿Teme que resten votos al PSOE?

No, ya que el número de votantes que nos apoye dependerá más de las políticas que desarrollamos y la cercanía del PSOE que de lo que hagan otros grupos políticos. Nuestra riqueza electoral pasa por lo que hagamos nosotros.

¿Ciudadanos sería un socio fiable para pactar?

No me cabe duda alguna de que Ciudadanos es un partido que aportaría estabilidad en los gobiernos a todos los niveles, desde el municipal hasta el estatal.

Los pactos que se puedan alcanzar tras las elecciones autonómicas ¿condicionarán los de la provincia en 2019?

Cuando hay que pactar, lo que priorizan los gobernantes es el territorio. Pero cuando hay roces, siempre es más fácil llegar a acuerdos.