Marbella ya sufre la invasión de la alga asiática «invasora» llamada Rugulopterix okamurae, que está haciendo estragos en las costas de Cádiz y el Estrecho de Gibraltar por su rápido desarrollo y sus efectos en la pesca e, incluso, el turismo, al ocupar amplias extensiones con un manto denso.

Esta especie ha demostrado una gran capacidad de desarrollo, preocupando a los expertos por su capacidad de afectar a los ecosistemas marinos y a las personas que tengan un contacto directo con esta especie, como revela uno de los primeros estudios, en el que está implicada la Universidad de Málaga.

La Rugulopterix okamurae es una feofícea común (alga parda) procedente de las zonas templadas de Filipinas, Taiwán, China, Corea y Japón. Los análisis realizados por el Grupo de Investigación de la Junta de Andalucía ratifican que la especie encontrada en Marbella es el alga «invasora» y que tiene «un carácter explosivo» (por su rápido crecimiento), como alerta la investigadora del grupo y profesora del Departamento de Botánica y Fisiología Vegetal de la Universidad de Málaga, Elena Bañares.

Tras ser descubierta en el Estrecho de Gibraltar y en el Golfo de Cádiz, hasta el momento había pasado desapercibida en Málaga por el gran parecido que tiene con la especie autóctona -e inofensiva- Dyctyota dichotoma, ya que la alga «invasora» sólo se distingue «por la presencia de un grupo de células en el margen del talo», afirma la investigadora.

Consecuencias de la invasión

Con el fin de comprobar las repercusiones del contacto de las personas con la Rugulopteryx (alga invasora) en la investigación realizada por José Carlos García-Gómez con otros investigadores, publicada en la Revista de Estudios Campogibraltareños, masticaron ramificaciones distales de un ejemplar asiático, que les provocó «un picor extremo en la boca y en la lengua que obligaba al enjuague inmediato», detalla el estudio. En cambio, el ejemplar autóctono fue inocuo.

El sector turístico también podría verse afectado puesto que, según el biólogo del Aula del Mar, Juan Jesús Martín, «los malos olores (que causa la existencia masiva del alga) afectan al turismo».

Las costas también se ven perjudicadas. Bañares explica que la especie invasora se desprende y provoca arribazones, ya que son arrancadas por el oleaje y acaban amontonadas en la orilla, que el biólogo ejemplifica como «una alfombra marrón en la costa».

Los ecosistemas marinos no son inmunes a la invasión de este alga. El biólogo del Aula del Mar señala: «Esta especie supone una alteración de hábitat» y añade: «aquí han proliferado en detrimento de las algas de la zona, lo que altera la diversidad marina y afecta a la pesca». Bañares explica que el principal daño que produce es que elimina al resto de especies autóctonas, lo que provoca «probablemente y a falta de una investigación más rigurosa» -aclara- que perjudique a «una diversidad enorme de especies que se alimentan de nuestras algas autóctonas».

Esta especie de alga por el momento no está catalogada (legislativamente) como invasora, debido a que «hay una serie de pasos antes de que la legislación la contemple como invasora, pero a parte de la legislación, el comportamiento sí que es invasor», asegura Bañares.

La Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible asegura que ya han pedido al Ministerio que la declare como «especie invasora» para poder comenzar con las medidas y solventar el problema.

La profesora de la Universidad de Málaga Elena Bañares afirma que esta especie «como estamos comprobando en la zona de Tarifa y Cádiz, es muy difícil quitarla». Afirmación con la que está de acuerdo el biólogo del Aula del Mar de Málaga: «Es importante controlar el Golfo de Cádiz, tomar medidas y evitar la propagación».

Los ecosistemas marinos no son capaces de autorregular su proliferación porque, según Martín, «su depredador natural está en su lugar de origen, aquí no hay».