Fue a India a principios de febrero a prestar su ayuda a los más necesitados a través de la Fundación Vicente Ferrer y acabó pidiéndola él para poder volver a Marbella cuando el coronavirus, que apareció en China a finales de 2019, se convirtió en pandemia y muchos gobiernos optaron por decretar estados de emergencia para contener su propagación. Ha reclamado apoyo a la Embajada española en el país hindú, al Gobierno español e, incluso, a aerolíneas comerciales que evacúan de India a extranjeros procedentes de Europa.

A José Luis Bravo, un cooperante de El Paloy que desde hace años pasa varios meses en India haciendo labores de voluntariado, la crisis política derivada de la expansión del coronavirus le sorprendió en Pushkar, un municipio hindú ubicado a ocho horas en carretera de Nueva Delhi. Tras algunas protestas de los residentes españoles confinados junto a este cooperante que ha prestado su ayuda en ciudades como Calcuta o Pushkar, la embajada española les fletó un autobús que les condujo hasta el Instituto Cervantes en la capital del país hindú.

«La situación en India está muy mal y empeorará muchísimo. la situación va a llegar a un límite que no se podrá transitar de ninguna forma. No hay autobuses, ni trenes. La gente intenta irse la ciudad caminando alrededor de las aceras. No hay comida. Se montará un caos y será tremendo», señala Bravo sobre la situación del país asiático, uno de los más poblados del mundo con más de 1.300 millones de habitantes y lastrado por las desigualdades sociales.

Los españoles confinados en el Instituto Cervantes y en los hoteles de Delhi esperaban un vuelo que , recuerda, «no nos ponía el Gobierno español y que esperábamos encontrar a través de alguna embajada de cualquier otro país europeo para conseguir irnos».

Desde la capital de India vio salir a ciudadanos de nacionalidad alemana, italiana o franceses. Todos, menos españoles.

«La embajada no puede hacer más de lo que hace. Y los funcionarios del Instituto Cervantes ayudan mucho. Si no es por ellos, eso hubiera sido horroroso. Hemos pasado mucha angustia, mucha incertidumbre. Poco a poco, veíamos que íbamos a salir, veíamos un rayito de luz», agrega.

José Luis encontró el camino de vuelta cuando logró un billete en un vuelo comercial que le trasladó desde Delhi a Helsinki, donde pasará una noche. Allí le esperan trasbordos aéreos desde la capital del país nórdico a París; desde la capital francesa a Barcelona; y finalmente, hasta Málaga tras un viaje de dos días de duración.

En el Instituto Cervantes deja a «un montón de españoles» que está a la espera de que el Gobierno español flete un avión que los traslade a Madrid. «Unos a través de un itinerario, y otros por caminos diversos vamos a conseguir volver a España, señala.