Se reinventaron después de que la crisis del coronavirus golpeara a sus empleos -uno vinculado al sector inmobiliario y otro, al turístico- y fundaron una asociación que, con la ayuda de costureras y distribuidores solidarios en la Costa del Sol, confeccionaba y repartía mascarillas entre los colectivos más vulnerables ante el virus.

Con el inicio del proceso de desescalada del estado de emergencia, parte de los voluntarios han comenzado a recuperar sus trabajos profesionales, por lo que Esther Gómez y María José Bernal, dos vecinas de Marbella, tuvieron que reorientar la actividad del colectivo, que ahora, además de seguir produciendo material de protección contra el Covid-19, también recoge alimentos para las familias más vulnerables.

Desde el 22 de abril, Aguja Solidaria ha logrado cerca de 50.000 kilogramos de alimentos en diferentes puntos de la provincia. Por cada kilogramo de comida que reciben, la asociación ofrece una mascarilla.

Sólo en Marbella obtuvo en un fin de semana unos 20.000 kilogramos, que se distribuyeron entre cerca de 550 hogares del municipio.

Con la Archicofradía del Paso y Esperanza, en Málaga, el colectivo logró el 9 de mayo unos 9.000 kilogramos de alimentos aportados por clientes de diferentes supermercados y centros comerciales y que se repartieron entre bancos de alimentos en los Distritos Centro, Campanillas, Puerto de la Torre, Cáritas Churriana y a las Hermanas Filipenses.

Y también ha estado en puntos de La Cala de Mijas, Fuengirola o Estepona.

A partir de este fin de semana, Aguja Solidaria inicia la 'Operación Babymask' a través de la cual entrega una mascarilla infantil, confeccionada por la asociación, por cada producto de primera necesidad para menores que cedan los clientes de los supermercados, como potitos, pañales, leche o toallitas.

«Son mascarillas más pequeñas, especiales para los niños. Hasta ahora habíamos hecho para personas mayores y nos habían pedido también para los niños. Ahí planteamos la campaña. Si la campaña de recogida de alimentos para adultos ha funcionado muy bien, vamos a hacerla para los más pequeños», señala Esther Gómez.

La campaña, para la cual los voluntarios llevan más de una semana confeccionando mascarillas con motivos infantiles, se prolongará, al menos, durante todo el mes. «Nos gustaría que durase más, pero hay personas que empiezan a trabajar y nuestras costureras son voluntarias. Ya no producimos mascarillas al ritmo de antes, aunque ninguna costurera se ha desvinculado al cien por cien», agrega la cofundadora de un colectivo que, en las primeras semanas de confinamiento, confeccionaba unas 2.000 mascarillas al día.