Tras meses de encierro en sus viviendas como consecuencia del coronavirus, los vecinos de la urbanización Playas Andaluzas, en El Rosario, tienen la sensación de estar confinados en esa zona residencial ubicada en el distrito de Las Chapas.

Los usuarios de la playa y clientes de los restaurantes de la zona que antes podían dejar sus vehículos en un aparcamiento público ubicado al final de la urbanización -de 55 viviendas unifamiliares y una sola calle- se ven obligados a buscar un estacionamiento en la vía desde que el promotor de una obra próxima vallara con anclajes de hormigón la parcela, cuya capacidad rondaba los 50 vehículos, lo que está generando problemas de movilidad.

«Si en estas fechas sufrimos el problema de la falta de aparcamientos, en los próximos meses de verano, con la invasión de vehículos que acceden a las playas y a los restaurantes, la calle se vera colapsada, impidiendo en caso de urgencia los servicios de los Bomberos, ambulancias o camiones de recogida de residuos urbanos. En verano, esto es un infierno de coches», advierte el vicepresidente de la comunidad de propietarios, Miguel Pérez-Cuadrado.

Las aglomeraciones que se forman, especialmente los fines de semana, aumentan cuando acceden los vehículos de los proveedores de los restaurantes. «Lo camiones que bajan luego tiene que subir marcha atrás para cambiar de sentido», explica.

La única calle de la urbanización es estrecha y sin aceras y está calificada como privada de uso público, por lo que la utilizan los usuarios y clientes que acceden a la playa y los restaurantes. «En el momento en que nos quitan el aparcamiento, se colapsa. Es inaguantable», señala el vicepresidente de la comunidad de propietarios de la urbanización.

El aparcamiento provisional se situaba en una duna, pero, destaca Pérez-Cuadrado, contaba con los permisos al ser una zona de estacionamiento provisional.

Los vecinos de la urbanización, la Delegación de Medio Ambiente y la asociación ProDunas acordaron el 25 de mayo retirar el vallado y reponer el firme para que los vehículos pudieran volver a estacionar de forma provisional en la parcela hasta la construcción de otro estacionamiento definitivo que se proyecta en una zona próxima pero del que los vecinos desconocen cuándo entrará en servicio. La Delegación de Urbanismo, sin embargo, se opuso al acuerdo.

«Es una tomadura de pelo. Cuando llegamos a un acuerdo, resulta que una parte se echa atrás de forma unilateral y lo deniega. Nos encontramos indefensos. Están creando un trastorno impresionante», agrega el vicepresidente de la comunidad de propietarios.

Los vecinos aseguran que no entienden la «cerrazón» del Ayuntamiento cuyas delegaciones se contradicen entre sí y le piden que apoye los intereses de los ciudadanos.