Restauración

Santiago apaga los fogones

El cocinero echa el cierre de su legendario restaurante, que abrió en 1972. «Estoy deseando descansar y dormir hasta cuando quiera», confiesa a La Opinión de Málaga, aunque están siendo días ajetreados por las innumerables muestras de cariño que está recibiendo, con visitas y llamadas de amigos y clientes de toda la vida, como el actor Dustin Hoffman o un destacado político ruso, que según cuenta el restaurador, le han telefoneado para despedirse

Santiago Domínguez en la barra de su restaurante. | L.O.

Santiago Domínguez en la barra de su restaurante. | L.O. / JOsé álamo. marbella

José Álamo

«He recibido llamadas de muchos amigos y algunas personas muy importantes. Me han llamado un político ruso y Dustin Hoffman». Con esa naturalidad lo contaba ayer miércoles Santiago Domínguez, el día antes de cerrar las puertas de su mítico restaurante del paseo marítimo de Marbella.

Lejos de lo que algunas personas podrían pensar, el gastrónomo no se muestra muy afligido, si acaso, más por las reacciones de otras personas a las que aprecia. «Estoy un poco triste, como la mayoría de mis clientes. Me encuentro con muchos y cuando voy a despedirme se ponen a llorar y me pone un poco triste. Es la vida, todos tenemos un principio y un final y pienso que a mí me ha llegado el momento de empezar a pensar en mi actividad, porque son muchos años y conlleva un cansancio y unas obligaciones que cada vez es más difícil sobrellevar», explicó a La Opinión.

Y es que están siendo días de trasiego en la vida de Santiago, porque «mucha gente viene a despedirse y también la prensa, pero, de todas formas, también estoy feliz de poder descansar, poder dormir todo lo que quiero, porque hasta ahora no sé lo que es eso, siempre tenía que levantarme, ir corriendo, llegando tarde a todos los sitios… El esfuerzo personal era muy grande. No es solo que me hace ilusión, es que lo necesito urgentemente».

Y en efecto, aparte de visitarle, le ha llamado mucha gente. Desde el mítico actor Dustin Hoffman, fiel cliente y seguidor de Santiago, hasta el político, «mucha gente importante», señaló, pero también le ha llamado la atención ser foco mediático «porque se ha corrido la voz por todas partes. Ha tenido mucha repercusión la noticia. Hay que tener en cuenta que es el establecimiento más antiguo que queda en la Costa del Sol. Ahora mismo soy el decano. Los demás, unos han ido a visitar al señor y otros se han retirado hace ya algún tiempo. Me parece que el único que quedaba era yo», explicó el chef.

Quién más y quién menos le estará preguntando al restaurador sobre su dilatada trayectoria, sobre lo que ha hecho, que es muchísimo. Pero, ¿qué se le ha quedado en el tintero? En este caso, lo tiene claro. «Yo estuve 25 años haciendo el festival nacional de gastronomía, con periodistas de todo el mundo. Y aquellas reuniones con todas estas personas, muy conocidas, todas…, me hubiera gustado volver a reunir, sobre todo a los profesionales, Berasategui, Arzak, Subijana…, y a las personalidades de Francia, que también vinieron. Todas aquellas personas, haberlas vuelto a juntar y haber hecho una explosión mundial», argumenta con simpatía, aunque, según lamentó, «ya me cuesta mucho trabajo porque los años no son los mismos».

Así es. No son los mismos años. Si los registros no se equivocan, tiene 83 años y eso es muy diferente, por ejemplo, a cuando tenía 14, según su propio testimonio, y dio sus primeros pasos en una cocina en Madrid, aunque él es nacido en la localidad burgalesa de Vadocondes.

Santiago Domínguez ante la puerta de su mítico restaurante.

Santiago Domínguez ante la puerta de su mítico restaurante. / La Opinión

Vino a Marbella joven, en los años 60 y, tras etapas en distintos establecimientos, acabó abriendo en 1972 el restaurante que ha llevado su nombre hasta este jueves y que ocupa un lugar preferencial en la historia reciente de la Costa del Sol y su explosión turística. Y si se sigue esa senda, la de los años, cabe anotar que solo por uno no va a cumplir el medio siglo de trayectoria en el paseo marítimo de Marbella, curiosamente frente al chiringuito donde empezó su andadura en la ciudad.

A lo largo de estos años, en que la cocina a veces parecía empezar y acabar en el País Vasco, Santiago se las ha apañado para atraer el foco hacia el sur, con innumerables iniciativas que dieron un realce a la gastronomía mediterránea que nunca será suficientemente gastronómico.

Uno de los grandes alicientes de charlar con él siempre ha sido, y sigue siendo, repasar la impresionante lista de personalidades a las que ha dado de comer: Salvador Dalí, Kofi Annan, la familia Kennedy, Sofía Loren…, y, pese a ese aura de exclusividad que podría acompañarles a él y a su restaurante, en Marbella es considerado como «uno de los nuestros», por su cercanía y por las innumerables iniciativas solidarias en las que ha tomado parte.

Quedan en el recuerdo innumerables anécdotas y vivencias, algunas muy sencillas, pero que invitan a la melancolía, pues no son pocos, ni pocas, los hombres y mujeres de hoy, que un día fueron niños y niñas en Marbella y se quedaron embelesados ante las enormes peceras que lucía a la entrada la marisquería, con langostas gigantescas y peces majestuosos.