Reconocimiento

El sacerdote y corresponsal de guerra que dejó huella en la Costa

Luis Lezama, que ofició el matrimonio entre Julio Iglesias y Miranda Rijnsburger en San Pedro Alcántara, fundó el grupo de restauración Taberna del Alabardero, con restaurantes en todo el mundo, uno de ellos en Marbella

Luiz Lezama, en una imagen procedente de las redes sociales del grupo de hostelería que fundó.

Luiz Lezama, en una imagen procedente de las redes sociales del grupo de hostelería que fundó. / l.o.

El hombre de las pausas y la reflexión, como le definen quienes le conocieron, vivió una vida frenética. Fue sacerdote, empresario, periodista, escritor, impulsor de la economía social y fundador de un grupo de hostelería a través del cual ayudó a cientos de personas a escapar de los márgenes de la sociedad y que hoy cuenta con más de diez restaurantes en todo el mundo, uno de ellos en Marbella, en los que trabajan más de 500 empleados.

Los orígenes del grupo Lezama se remontan a aquella taberna que ‘el cura Luis’, párroco en Chinchón, abrió a mediados de la década de los 70 del siglo XX junto al Teatro Real de Madrid para ofrecer formación y un futuro laboral a jóvenes con escasos recursos. Con el transcurso del tiempo, entre los clientes del establecimiento figuraron Felipe González, Adolfo Suárez, Paco Umbral o Julio Iglesias.

La proyección del local le valió a Luis Lezama para abrir otros restaurantes, en Sevilla, la Costa del Sol, Seattle o Washington, este último a escasa distancia de la Casa Blanca y visitado por Michelle Obama, entonces Primera Dama de EEUU.

«Luis era un visionario y dejó huella en muchas personas. El 99 por ciento de lo que hizo fue para los demás. Y, a pesar de su seriedad aparente, tenía un gran sentido del humor», recuerda el cocinero Enrique Sánchez, que se formó en la escuela de hostelería del grupo Lezama en Sevilla y que fue jefe de cocina en diferentes restaurantes de la firma, entre ellos, el de Washington, Lisboa, Madrid o la propia capital de Andalucía.

El chef andaluz compartió en Madrid vivienda con Lezama, época de la cual recuerda los personajes que acudían a cenar con el empresario vasco.

«He visto a Vargas Llosa, Felipe González o Roberto Canessa (superviviente del accidente aéreo en los Andes en 1972). Era un gran embajador de España», señala Sánchez.

Ganó el premio Ondas en 1992; fue enviado especial a la guerra de Los Seis Días, en 1967, y entrevistó a Golda Meier; y benefactor de decenas de maletillas -jóvenes que buscaban abrirse paso en el mundo de la tauromaquia- en el Madrid de la década de los 60 del siglo XX, entre los que se contó el andaluz Teodoro Librero ‘El Bormujano’. Lezama falleció hace una semana en Madrid a los 88 años.

«Venía a la cocina y me pedía que contratara a chicos con familias de escasos recursos a pesar de que tuviéramos la plantilla de trabajadores completa. Me decía que el objetivo de la vida es ayudar a los demás», señala el cocinero.

«Llegaba a todo el mundo»

Sánchez guarda también un grato recuerdo de su etapa de formación en el grupo Lezama.

«En aquella época, no le conocía. Un día, pasé delante de él mientras hacía prácticas con una bandeja llena de vasos con agua y se me calló al suelo. Luis me puso la mano en el hombro y me dijo, con una sonrisa y en tono de broma, ‘no te preocupes porque acabarás aprendiendo. Sólo espero que sea antes de que me arruines’. Ese era su espíritu y una anécdota que siempre se la he recordado», apunta Sánchez sobre el sarcedote que ofició el matrimonio entre Julio Iglesias y Miranda Rijnsburger en San Pedro.

El restaurador Santiago Domínguez, amigo de Lezama, le recuerda «como una gran persona y muy querido en la profesión de la hostelería».

«Me visitaba cada vez que venía a Marbella. Llegaba a todo el mundo y de una forma increíble. Con una conversación, enseguida se hacía contigo. Era muy apreciado y guardo un gran recuerdo de él», señala Domínguez.

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