Historia de Marbella
La visita del conde de Vallellano
Fernando Suárez de Tangil y Angulo fue alcalde de la capital de España, ministro de Obras Públicas y presidente del Consejo de Estado

El puerto pesquero y deportivo La Bajadilla / L.O

Fernando Suárez de Tangil y Angulo poseía los títulos de conde de Vallellano y marqués de Covarrubias de Leiva. Estudió Derecho y durante la dictadura de Miguel Primo de Rivera fue alcalde de la capital de España.
Entre los años 1951 y 1957 ejerció como ministro de Obras Públicas en la dictadura de Franco. Desde 1958 ocupó el cargo de presidente del Consejo de Estado.
En los primeros días de enero de 1956 el ministro visitó Marbella y Estepona. Era esperado porque, en aquel momento, dos asuntos preocupaban especialmente a la ciudad: la finalización de las obras del puerto pesquero de La Bajadilla, la eterna reivindicación, y el desbloqueo del expediente para la acometida de aguas a Marbella.
Cierto es que ministros del Régimen frecuentaban la zona, caso de José Antonio Girón de Velasco (ministro de Trabajo) y Raimundo Fernández Cuesta (ministro secretario general del Movimiento). Pero la llegada del conde de Vallellano estuvo revestida de especial expectación, además en un momento en que había fallecido el general Saturnino González Badía, valedor en diversos asuntos primordiales como había sido la consecución del puerto pesquero.
A su llegada a Marbella fue recibido por las autoridades, jerarquías del Movimiento y vecindario animado a la asistencia. Pasó revista a los alumnos de la Escuela de Flechas Navales. Más tarde se desplazó a las obras del puerto pesquero, visitándolas pormenorizadamente y recibiendo precisas explicaciones del ingeniero jefe sobre los proyectos existentes y el grado de realización que se había alcanzado hasta aquel momento.
En una tribuna que se había instalado para la ocasión se ofrecieron diversas disertaciones. El primer lugar habló el alcalde y jefe local del Movimiento, Francisco Cantos Gallardo, dando la bienvenida al ministro, agradeciendo su gestión y destacando la importancia que para la economía de Marbella tenía la finalización de las obras del puerto. A continuación el ministro mostró su satisfacción por encontrarse presente ya que «la fama de Marbella está más que justificada y sus aspiraciones habían llegado hasta el ministro. (…) no es por tanto una visita protocolaria, sino que recoge las justas aspiraciones de Marbella, centradas ahora en su puerto».
Mencionó a sus compañeros del Consejo de Ministros, Girón de Velasco y Fernández Cuesta, que no pudieron asistir. Tuvo un recuerdo para el general Saturnino González Badía. Dirigiéndose al alcalde dijo que «como fruto de esta visita, el expediente de abastecimiento de agua entraría en el próximo Consejo de Ministros, porque es de justicia el auxilio a Marbella en esta materia por el alto rango adquirido en el turismo internacional».
Añadió que esperaba que «la próxima visita al dique coincida con su terminación, una obra más finalizada bajo el mandato del Caudillo». No faltaron los vítores al ministro y los aplausos enfervorizados.
A continuación, el ministro, con algunas autoridades, se trasladaron a la finca de La Torrecilla para dar el pésame a la viuda del general González Badía, Concepción Sánchez de Luna. Tan solo unos días antes, el funeral y sepelio del general había representado un acto público multitudinario. No faltó tampoco la visita al Patronato Virgen del Carmen, donde fue obsequiado con unas manufacturas de esparto y firmó en el libro de honor del Patronato.
Posteriormente el ministro conde de Vallellano se trasladó a Estepona, acompañado por el director general de Obras Hidráulicas y de Carreteras. Visitó el puerto de Estepona, considerado como el más importante de la provincia, tras el de Málaga. Fue recibido por las más de cincuenta traíñas que pescaban en Estepona, con sus tripulaciones engalanadas para la ocasión. El momento se subrayó con el lanzamiento de cohetes y con la masiva asistencia de esteponeros.
Paseó por el muelle de Levante y prometió que en un futuro se habilitaría el muelle de ribera que, en aquel momento tan solo se encontraba en periodo de estudio. También se refirió a otras reivindicaciones de la ciudad como un muro en el río Monterroso para conseguir terrenos destinados a la construcción de cincuenta viviendas para funcionarios.
La visita de un ministro tan influyente como el de Obras Públicas suscitaba todo tipo de expectativas.
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