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Turismo

El hotel surgido del mar y la pesca

Paco Lima invirtió los ahorros obtenidos en la venta de pescado en Ojén y Madrid a construir en la Marbella que se abría al turismo una residencia que llevaría su nombre. Con el transcurso del tiempo, el local, que celebra su 60 aniversario este año, se convertiría en uno de los hoteles más emblemáticos del municipio

La residencia Lima, embrión del hotel del mismo nombre, en los primeros años de actividad

La residencia Lima, embrión del hotel del mismo nombre, en los primeros años de actividad / L.O

Marbella

A inicios de la década de los 60 del siglo XX, alguien le dijo a Paco Lima que se hiciera con algún terreno de una Marbella aún de tradición pesquera, pero que comenzaba a recibir a los primeros turistas extranjeros.

Lima invirtió parte del capital que obtenido precisamente en la venta de pescado -transportaba el género a Ojén a lomos de un burro; y fue el primero en llevarlo, en camiones, a Madrid- en adquirir un solar ubicado en el centro urbano, además del camping Marbella, ubicado en las afueras y el primero que tuvo el municipio.

Aquel solar -Paco quiso comprar un terreno anexo, pero a su mujer ya le pareció demasiado aventurado- albergaría una residencia que llevaría el apellido de su fundador y abrió sus puertas en 1965 con dos estrellas de categoría y que, con el transcurso del tiempo, se convertiría en un hotel.

Como el propio municipio, aquel vecino de Marbella hizo su transición desde la difícil industria del pescado a la más rentable del turismo.

El inmueble, que este año celebra su 60 aniversario, se ha convertido en uno de los más emblemáticos de una Marbella cuyo pasado marinero se ha visto opacado por el brillo desaforado del turismo.

«Cuando mi abuelo abrió la residencia, sólo había tres hoteles en Marbella», recuerda la socia propietaria del hotel Celia Rodríguez Lima, que, con 12 años, comenzó a trabajar en la recepción del establecimiento durante las vacaciones de verano.

«Mi hermano y yo hacíamos turnos partidos de ocho horas. Mis primos alguna vez trabajaban. Había muchos turistas italianos y franceses. Ofrecíamos desayunos que llevábamos a las habitaciones en bandejas pequeñas. Recuerdo especialmente el cariño que me mostraban los huéspedes», señala.

La entrada del hotel a la modernidad se produjo en el 2020, cuando la dirección aprovechó el parón del COVID para ejecutar unas reformas de un año y medio de duración con las que el establecimiento, de 3.000 metros cuadrados de superficie distribuidos en nueve plantas y 61 habitaciones, pasó de las dos estrellas a cuatro.

Las actuaciones sirvieron para, sin perder su esencia, renovar su apariencia con una transformación de su fachada, y la incorporación de una piscina con solarium en la azotea y habitaciones de categoría Doble, Premium y Suite.

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