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Historia de Marbella

Bajo las sombras de las sotanas

En enero de 1956 visitó la ciudad el obispo auxiliar de Málaga, don Emilio Benavent Escuín, que fue recibido por el arcipreste Bocanegra

Iglesia de la Encarnación

Iglesia de la Encarnación / L.O

Francisco Moyano

Francisco Moyano

Marbella

Marbella no fue una excepción durante la dictadura franquista en la presencia continua del catolicismo en todas las facetas cotidianas. Especialmente puede destacarse en esta ciudad, debido a la enorme influencia que social, política y religiosamente, tuvo entre 1949 y 1973 el vicario arcipreste y párroco de la iglesia principal, Nuestra Señora de la Encarnación, Rodrigo Bocanegra Pérez.

En la biografía novelada que sobre el personaje publicó la escritora e historiadora Ana María Mata Lara, tuvo el acierto de usar el título «Marbella fue una sotana». Cualquier año que se elija de ese largo periodo se encuentra plagado de referencias, actos y acontecimientos relacionados con el ámbito religioso impregnando el día a día. Nos fijaremos en algunos aspectos datados en el año 1956, en un momento en que la ciudad se afanaba por superar un amplio abanico de precariedades en materia laboral, sanitaria o educativa, así como deficiencias en infraestructuras elementales, destacando llamativamente en el terreno de las comunicaciones telefónicas.

Con carácter anecdótico puede mencionarse que, cuando a comienzos de enero de aquel año, falleció el teniente general Saturnino González Badía, un diario provincial vespertino se vio obligado a publicar la siguiente nota de la redacción: «Lamentamos no poder ofrecer a nuestros lectores una información más detallada (…) porque todos nuestros esfuerzos para establecer comunicación telefónica con nuestro corresponsal informativo en Marbella resultaron inútiles, a pesar de que solicitamos conferencia de la Telefónica sobre la una y media de la tarde, y que hubo de ser anulada a las tres menos cinco, ante la imposibilidad de mayor espera para el cierre de nuestra edición. Hablar desde Málaga con Marbella (y eso que estamos tan cerquita) es, por lo visto, como una conferencia transoceánica».

En el mes de enero visitó la ciudad el obispo auxiliar de Málaga don Emilio Benavent Escuín. El prelado fue recibido en el inicio del término municipal por el arcipreste Bocanegra, las autoridades locales y un numeroso grupo de jóvenes de Acción Católica que formaron una caravana de automóviles y motocicletas. La llegada a la ciudad se produjo a las diez de la mañana, haciendo la entrada al templo bajo palio. Antes, prácticamente al alba, la banda de música había recorrido las calles tocando diana. El motivo central de la visita fue la confirmación de unos 1.500 niños, según se dijo oficialmente, aunque parece dudosa la cifra si tenemos en cuenta la capacidad del templo.

El obispo dirigió la palabra en primer lugar a los niños y tuvo un recuerdo para el prelado don Ángel Herrera Oria, quien había realizado una visita pastoral a Marbella cinco años antes. Agradeció la presencia numerosa en el templo a pesar de ser un día laboral y destacó la labor desempeñada por los maestros con el fin de conseguir la preparación adecuada de los niños para recibir la confirmación.

Resaltó que en la primera misa de la mañana se habían administrado mil comuniones y aseguró que, el año anterior, la parroquia, mediante su obra social, había repartido dos millones de pesetas en jornales. Tras las confirmaciones visitó las Escuelas Profesionales de María Auxiliadora y los talleres de artesanía del esparto, cerámica y juguetes del Patronato Social Virgen del Carmen.

En la Semana Santa de aquel año se destacó la asistencia a los oficios del Sábado Santo del ministro de Justicia, Antonio Iturmendi Bañales, acompañado de la esposa e hija. Este ministro visitaba la ciudad de vez en cuando, pero casi nunca se le recuerda cuando se hace referencia a los mandatarios que frecuentaban la zona.

En el mes de marzo se bendijo e inauguró, formando parte de las mejoras del templo de Santa María de la Encarnación, un retablo de Nuestra Señora de Fátima. Era una creación del artista malagueño Cristóbal Velasco, quien fue el encargado de restaurar el altar mayor después de la Guerra Civil.

La bendición estuvo a cargo del párroco Bocanegra que, para la ocasión estrenó una artística casulla que le habían regalado las monjas salesianas que regentaban el Colegio de María Auxiliadora, centro que albergó, por la tarde, una velada literario-musical interpretada por un grupo de alumnas.

Dos retablos más se inauguraron ese mismo año: uno en la capilla del Sagrario, con motivo de las bodas de plata en el sacerdocio del párroco. También era obra de Cristóbal Velasco. Poco después se bendijo el retablo del Perpetuo Socorro, conteniendo una pintura al óleo de Clemente del Camino.

Casi finalizando el año, entre retablo y retablo, fue bendecida una ambulancia municipal, situada en la plaza de la iglesia donde se congregó gran número de vecinos. Era una vieja reivindicación y también había que atender la salud del cuerpo y no solo la espiritual.

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