Para la mayor parte de los portugueses merece la pena recorrer incluso más de 50 kilómetros hasta España para llenar el depósito de gasolina y el maletero de productos, porque ahorran en el gasto de combustible.

Miles de portugueses de las zonas fronterizas pasan casi a diario a hacer compras a España debido al encarecimiento experimentado por muchos productos en su país, por las medidas contra el déficit dictadas por el Gobierno, sobre todo la subida de impuestos.

Para la mayor parte de esos portugueses merece la pena recorrer incluso más de 50 kilómetros hasta España para llenar el depósito de gasolina y el maletero de productos, porque ahorran sobradamente el gasto de combustible que ello pueda entrañar.

Algunos subrayan lo paradójico que resulta que hasta la cerveza portuguesa Sagres cueste menos dinero en territorio español que en el lado luso de la frontera, ya que un paquete de seis latas es hasta 13 céntimos más económico en suelo español.

En una gasolinera portuguesa cercana al límite fronterizo, un empleado aún recuerda las largas filas de vehículos españoles que esperaban para repostar cuando el gasóleo costaba seis o siete céntimos menos en suelo luso que en el país vecino.

Ahora esa situación es a la inversa y son los portugueses quienes van a repostar al lado español, incluso desde decenas de kilómetros dentro de Portugal, porque los precios de las gasolinas son de 20 a 23 céntimos por litro más baratas en España, y unos 7 céntimos menos en el gasóleo de automoción.

No son pocos los ciudadanos portugueses que acuden a España a comprar hasta botellas de butano, que tienen precios más interesantes, aunque está prohibido su transporte. Lo mismo sucede con vestuario, calzado, perfumería o electrodomésticos.

Desde temprano se inicia el paso de portugueses hacia España, que regresan horas más tarde con los maleteros llenos, porque, como explica uno de ellos "con 150 euros, llenamos la despensa para todo el mes y aquí no tendríamos ni para empezar".

Los portugueses pretenden paliar los efectos de la subida en su país de impuestos como el del valor añadido (IVA) hasta un tipo máximo del 21 por ciento.

Entre tanto, decenas de comerciantes del lado portugués, se quejan de las medidas de su Gobierno que amenazan con arruinarles y piden regímenes especiales cerca de la frontera.