La entrega a la Medicina del desaparecido doctor Carlos Rodríguez Barrionuevo se ha materializado en un hermoso parque, en las cercanías del hospital Clínico. Este médico malagueño, nacido en 1943 en la calle San Miguel de Torremolinos, también cuenta, desde 2003, con una calle en la antigua barriada malagueña.

Su padre, el ebanista Amable Rodríguez, era además el encargado de los servicios operativos del Ayuntamiento, así que toda la familia (los padres y cuatro hermanos), vivían en La Tiña, la sede de los servicios.

La vocación de Carlos por la Medicina le vino desde pequeño. Por eso, con 17 años, empieza la carrera de Medicina en Granada y la concluye con `sobresaliente´. Además, realizó prácticas en el Albaicín con los niños gitanos. Ocho años pasó en total en la ciudad vecina hasta que regresó a Málaga en 1969, con el doctorado `sobresaliente cum laude´ y la especialidades de Pediatría y Puericultura bajo el brazo.

El médico malagueño trabajó en el Carlos Haya, llegando a ser jefe de Pediatría del hospital hasta 1977 cuando se inaugura el Materno. Fue entonces cuando le encargaron que abriera el servicio de Neurología infantil. El interés por esta especialidad le vino a raíz de una enfermedad de su hermana Guadalupe.

En el Materno, el nuevo jefe de Neurología se dio a conocer por estudiar la epilepsia filmando los ataques y ausencias de los niños, previo permiso paterno. El médico malagueño se convirtió en un experto montador de películas, mostrando los trabajos en numerosos congresos del extranjero.

Además de hábil en el trabajo, el doctor Rodríguez Barrionuevo tuvo fama de buen psicólogo. De carácter reservado, con los pacientes era muy abierto. Personas que le recuerdan describen la manera que tenía de tranquilizar a los padres y la buena maña con unos pacientes muy especiales: los niños autistas.

Además, tenía una gran poder de convicción. Así, cuando acudían niños, testigos de Jehová, convencía casi siempre a los padres para que el pequeño recibiera una transfusión de sangre.

Como médico entregado a su trabajo, compaginaba el hospital con una consulta en la calle Alcazabilla y recibía a los pacientes a cualquier hora, también los días de descanso en su propia casa. Entre los libros que publicó destaca la `Guía práctica para el pronóstico y tratamiento de la epilepsia en la infancia´, de 1995, escrita junto con su amigo y compañero el doctor Enrique Bauzano.

En 2002 preparaba en Málaga la reunión de la Liga Andaluza contra la Epilepsia cuando falleció de una neurisma. Gran amante de la música clásica, añadió algunas sinfonías a las filmaciones de sus trabajos. Al morir dijo de él un compañero: "Se ha ido a rodar las cosas de Dios". Una de sus seis hijas se convirtió en pediatra y de hecho colaboró en el último libro de su padre. El parque dedicado al doctor Rodríguez Barrionuevo, bello y tranquilo, parecer reflejar la personalidad del médico malagueño.