Teresa Bouza / EFE. Washington (EEUU)

Karl Rove, el controvertido asesor político del presidente de EEUU, George W. Bush, admira el adagio de Napoleón de que el arte bélico se basa en una cauta defensa seguida de un rápido y audaz ataque, una máxima que amenaza con volverse en contra suya y de todo el gobierno republicano.

Y es que el `caso Rove´ llega en el momento menos oportuno, al acentuar el proceso de desgaste causado por factores como el impopular plan para reformar la Seguridad Social, la herida de Irak y la polémica candidatura de John Bolton para embajador ante la ONU, que todavía no ha conseguido la luz verde del Senado. Una encuesta reciente realizada por el diario `The Wall Street Journal´ y la cadena de televisión NBC muestra que el 49% de los estadounidenses desaprueba la gestión de Bush. Además, y por primera vez desde que aterrizó en la Casa Blanca en 2001, el 45% de los ciudadanos le concede una baja calificación en cuanto a "honestidad y franqueza".

El asunto que tiene ahora a Washington en vilo empezó en 2003 con la publicación del nombre de la agente secreta de la CIA Valerie Plame. La filtración fue interpretada como una represalia contra el marido de Plame, el ex embajador Joseph Wilson, que en 2003 escribió un artículo en `The New York Times´ en el que aseguraba que no había encontrado pruebas de que Irak hubiese intentado comprar material nuclear en Níger. Rebatiendo así la comparecencia ante el Congreso de Bush que, para reforzar sus argumentos a favor de una acción militar en Irak, afirmó que el régimen de Husein había tratado de comprar armas nucleares en África.

El estratega de Bush. Hasta ahora, Rove había sido un genio de la ofensiva en las `sucias´ trifulcas políticas estadounidenses. Cuando el ahora inquilino de la Casa Blanca se batió contra Ann Richards por el puesto de gobernador de Texas, el estratega del presidente diseñó una campaña en la que se insinuaba que Richards era lesbiana. Las supuestas inclinaciones sexuales de la rival de Bush recibieron una más que fría acogida en pleno corazón conservador de EEUU. La política derrotada todavía recuerda "con horror" los ataques inmisericordes que le tocó sufrir y que acabaron costándole el puesto.

A Rove se le considera también artífice del bombardeo contra el demócrata John Kerry, a quien los republicanos bautizaron con la expresión `flip flop´, lo que vendría a traducirse como persona que cambia constantemente de opinión.

Esa capacidad demoledora de Rove parece no haber funcionado en el último ataque que se le atribuye, y cuya víctima propiciatoria habría sido el ex embajador Joseph Wilson. Wilson viajó a Níger en 2002 con el fin de realizar un informe para la CIA en el que concluyó que Irak no había intentado adquirir material nuclear en el país africano. Pese a los resultados de esa investigación, Bush aseguró en su discurso sobre el Estado de la Unión, en enero de 2003, que Sadam había tratado de comprar armas nucleares en Africa. Wilson respondió a esas afirmaciones con un artículo de opinión en el diario `The New York Times´ en el que cuestionaba la validez de los argumentos para justificar la guerra contra Irak.

Poco después de ese artículo, el nombre de su esposa, la agente secreta de la CIA Valerie Plame, salió a relucir en una columna del periodista Robert Novak. La filtración fue interpretada como una represalia contra su esposo. Las cosas se complicaron, ya que revelar a sabiendas el nombre de un espía es considerado un delito, lo que hizo que se abriese una pesquisa para determinar si uno o varios miembros del gobierno habían infringido la ley. Tras dos años de negativas de la Casa Blanca, su abogado ha reconocido que el estratega habló con dos periodistas sobre la identidad de Plame.

Bush aseguró que despediría a quien hubiese filtrado el nombre de la agente de la CIA. "¿Cesará Bush a su mano ` derecha"? Ésa es a día hoy la gran incógnita de la sociedad americana, más crítica que nunca.