Ir a la playa es en el fondo una ceremonia, en este caso un culto al sol. Esos miles de contribuyentes que vemos tumbados en hamacas y toallas, o que pasean despreocupadamente a la orilla del mar, están en realidad practicando la más antigua de las religiones. La desnudez es una forma de entrega, de sumisión, y el bronceado la marca en la piel de la comunión solar. Se trata de la religión pagana por antonomasia, antagónica de las religiones de templo, lugares frescos y en penumbra regidos por individuos tapados de los pies a la cabeza. El culto al sol justifica que la gente no tenga vergüenza al desnudarse. En personas de edad avanzada, siempre fáciles a desinhibirse, llega a darse el caso de que el marido vea por primera vez partes de su mujer que le estaban hurtadas. Al pisar la arena, se hace polvo un universo moral.