Cifuentes, dueña de sus silencios, cada vez más esclava de sus palabras. Dijo: "Yo entregué mi trabajo en la Universidad". Creerlo es cuestión de fe. A ella le va la vida en ello, y sigue sin abrir todas las cajas de sus famosas mudanzas. La Universidad, que tiene permiso para difundirlo, si es verdad que lo busca ya tarda en dar con él. Vamos, que el trabajo lo seguimos sin ver. Otro tanto con lo del tribunal. Palabras de Cifuentes: "Lo defendí de forma presencial". Pues la defensa debió durar poco ¡o nada! Porque la supuesta presidenta de aquel tribunal afirma que no existió. En fin, un tribunal "fantasma", un acta "reconstruida", un trabajo que "no aparece". Y así todo.