MUNDIAL DE QATAR

África descoloniza sus banquillos con Cissé, Kadri, Song, Addo y Regragui

Por primera vez en la historia de los Mundiales, todas las selecciones africanas -Senegal, Túnez, Camerún, Ghana y Marruecos- están dirigidas por técnicos nacionales

Aliou Cissé, seleccionador de Senegal, durante el partido frente a Qatar.

Aliou Cissé, seleccionador de Senegal, durante el partido frente a Qatar. / AMR ABDALLAH / REUTERS

Denís Iglesias

El aporte de los jugadores africanos al fútbol europeo lleva años siendo destacado. Un solo Balón de Oro, el del liberiano George Weah en 1995, pero una ingente cantidad de talento derrochada en los campos por Eto'o, Drogba, Salah, Mané, Yaya Touré, Koulibaly, Mahrez, Aubameyang... Desde la parte negra del continente hasta la sahariana. Calidad en todos los puntos cardinales que ha abastecido, tanto a las selecciones africanas como a las europeasAnsu Fati, Benzema, Rafa Leao, Saka o Lukaku son algunos ejemplos notables de esta última circunstancia.

Sin embargo, toda esa experiencia y oportunidades no se ha trasvasado a los banquillos. Aunque poco a poco, la situación se está revirtiendo gracias al fútbol selecciones. En Qatar, por primera vez en un Mundial, los banquillos de los combinados africanos están ocupados por nacionales: Aliou Cissé entrena a Senegal, Jalel Kadri es el preparador de Túnez, Rigobert Song es el seleccionador de Camerún, Otto Addo comanda a Ghana (aunque nacido en Alemania, es de padres ghaneses y siempre defendió la camiseta de los black stars) y Walid Regragui dirige a Marruecos (mismo caso que el anterior: nacido en Francia, pero de familia marroquí y exinternacional con los leones del Atlas).

SIN ESPACIO EN CLUBS

Se pueden contar con los dedos de las manos (incluso de una), los entrenadores africanos o negros -dos circunstancias diferentes, pero emparentadas- que dirigen o han dirigido a algún equipo en las grandes cinco ligas (Inglaterra, España, Italia, Alemania y Francia). En la Ligue 1, Abdel Bouhazama, francés de ascendencia marroquí, es el interino del Angers. En esa misma categoría, dirige al Nantes Antoine Kombouaré, nacido en Nueva Caledonia, territorio galo del Pacífico Sur. Es uno de los pocos técnicos negros que ejerce en el primer nivel.

"Es normal que haya muchos jugadores negros, porque la gente piensa que son grandes atletas con buenas capacidades físicas, pero para ser entrenador necesitas inteligencia y disciplina. Hay quien duda de que la gente de raza negra sea capaz. Esto provoca situaciones imposibles", comentaba Lilian Thuram, exinternacional francés, en una entrevista en 2015. Desde entonces, los banquillos de las selecciones africanas se han descolonizado.

De ahí que para Cissé, Kadri, Song, Regragui y Addo el Mundial de Qatar es una oportunidad para reivindicar la capacidad de los entrenadores nacionales y de que "igualmente merecen una oportunidad en Europa", reivindica en declaraciones a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA Pancho Jáuregui, periodista autor de los libros Fútbol Africano I y Fútbol Africano II.

"Los técnicos de este continente han mejorado mucho en los últimos tiempos. Hoy, la Confederación Africana de Fútbol obliga a los países a impartir cursos en sus federaciones. Así, los entrenadores no tienen que ir, como antes, exclusivamente a Europa para hacer los cursos que les habiliten en los certámenes internacionales", explica Jáuregui.

Desde las primeras participaciones en los Mundiales, los equipos africanos estuvieron capitaneados por europeos. El escocés James McRea estuvo al frente de Egipto en Italia 1934, el yugoslavo Blagoje Vidinic hizo lo propio con Marruecos en México 1970 y con Zaire en Alemania 1974. Mientras que en Argentina 1978, Abdelmajid Chetali se convirtió en el primer entrenador africano en un Mundial.

Tal y como recoge el libro de Jáuregui, a partir de esta experiencia pionera empezaron a aparecer más técnicos del continente. Es el caso de los argelinos Rachid Mekhloufi en España 1982 y Rabah Saadane en México 1986, además del egipcio Mahmoud El Gohary en Italia 1990. Con todo, la confianza en los extranjeros nunca mermó. Así, por ejemplo, en Francia 1998 todos los seleccionadores de equipos africanos fueron europeos.

Aunque el periodista recuerda que los mayores éxitos de estos equipos nacionales han sido con técnicos foráneos, siempre con los cuartos de final como frontera y gran éxito. Son los casos de Camerún en Italia 1990, con el ruso Valeri Nepomniachi en el banquillo; Senegal en 2002, entrenada por el francés Bruno Metsu; y el serbio Milovan Rajevac hizo que Ghana estuviera entre los ocho mejores en Sudáfrica 2010. Así, hasta Qatar 2022, de un total de 42 intervenciones africanas en los Mundiales, solamente 14 (un 33%) tuvieron entrenadores locales.

DIFERENTES CAMINOS

Otro ejemplo es el de Hervé Renard, francés que dirige en el Mundial en curso a Arabia Saudí después de entrenar, entre otras, a Zambia y Costa de Marfil, con las que ganó la Copa Africana de Naciones (CAN). "Las federaciones se han ido quitando el complejo de que todo lo externo era mejor. Ahora se confía en entrenadores locales, siendo el senegalés Aliou Cissé el gran exponente. Tomó el mando en 2015, después de pasar por la sub-23. Su caso tiene otra peculiaridad, porque lleva mucho tiempo en el cargo", explica Jáuregui.

Cissé, exjugador del PSG o del Portsmouth, entre otros, "devolvió a Senegal al primer plano", con un subcampeonato en la CAN 2019 que ganó Argelia y el título que finalmente logró en 2021. Asimismo, consiguió la clasificación para el Mundial de 2018, éxito que reeditó con Qatar 2022. El caso de Camerún y Rigobert Song, quien fuera jugador del Metz, el Liverpool o Galatasaray, es distinto.

"Él es un hombre de la confianza de Eto'o", recalca el experto en fútbol africano sobre la relación que mantiene el seleccionador con el exjugador del Barça, quien se convirtió en presidente de la federación de su país en diciembre. Song sustituyó a Toni Conceição este año, destituido tras el tercer puesto en la CAN 2021 que organizó Camerún.

"El actual seleccionador de Camerún había dirigido al equipo local que juega el Campeonato Africano de Naciones (CHAN), que solo disputan jugadores de la liga doméstica. Pero Eto'o le dio la posibilidad por su enorme experiencia internacional, puesto que disputó cuatro Mundiales: EEUU 1994, Francia 1998, Corea del Sur y Japón 2002 y Sudáfrica 2010", argumenta Jáuregui.

Por su parte, Jalel Kadri había participado en diferentes cuerpos técnicos de Túnez. El actual seleccionador de las Águilas de Cartago llegó al cargo justo antes de jugarse la clasificación para Qatar 2022 ante Mali. "Mondher Kebaiersu antecesor en el cargo, no hizo una buena CAN 2022 -cayó en cuartos frente a Burkina Faso- y por eso se decidió un cambio hacia un entrenador con experiencia, sobre todo en clubs, principalmente en Libia, Arabia Saudí o su país", explica el experto en fútbol africano.

En cuanto a Walid Regragui, exfutbolista del Racing de Santander, entre otros, llegó también al cargo con el aval de su buen desempeño en el fútbol de clubs en el continente. Ganó una Champions africana con el Wydad. "Fue el recambio del bosnio Vahid Halilhodžić, que había llevado a octavos a Argelia en Brasil 2018, pero quien tuvo problemas con las convocatorias de Mazraoui o Ziyech. Esto provocó la presión de los aficionados, que pidieron su renuncia", cuenta el autor de Fútbol de África.

Por último, Otto Addo, con pasado en el Borussia Dortmund, "quien tras retirarse se dedicó, especialmente, a captar jóvenes ghaneses para Europa y ejerció de asistente en varios equipos europeos". El ahora entrenador de Ghana formó parte del plantel como jugador de los black stars que participaron en el Mundial de Alemania 2006.

Con la fase de grupos aún por cerrarse, las selecciones africanas todavía tienen posibilidades de reeditar el difícil éxito de Brasil 2014, cuando por primera vez hubo dos equipos africanos en octavos: Nigeria y Argelia. Pero el objetivo principal es evitar el fiasco de Rusia 2018, cuando todos los equipos del continente cayeron en fase de grupos. Un desafío asumido por cinco perfiles distintos y con proyectos diferenciados, aunque con el objetivo común de dignificar y confirmar la descolonización africana de los banquillos.