Esperando una carta de desahucio. Así se encuentra a sus 64 años José María Crespillo Sánchez, un rondeño que hace cinco años avaló con su casa el negocio que creó su hijo, Diego Crespillo, de 38 años, y que al poco tiempo tuvo que cerrar como consecuencia de la crisis que está devastando a cientos de empresas en la Ciudad del Tajo en los últimos tiempos.

«Con 700 euros al mes no podemos hacer frente a la deuda de poco más de 20.000 euros», reconoció José María. Y es que, su paga es la única fuente de ingresos que entra en su casa desde que, hace nueve meses, a su hijo le detectaran una grave enfermedad que le ha hecho perder la movilidad en su brazo derecho y que le impide trabajar como auxiliar de vigilancia, profesión que comenzó tras cerrar su empresa. «Sé que no podré trabajar pronto, porque los tratamientos para combatir el melanoma me dejan tirado en el sofá y sin fuerzas», dice Diego mientras su madre, también enferma desde hace algún tiempo, lo mira abatida.

Actualmente, viven tres personas en el 3º izquierdo del número 30, en calle Córdoba, pero son cinco durante algunos fines de semana y vacaciones, cuando las hijas de Diego Crespillo llegan desde Estepona, donde viven con su madre desde la ruptura del matrimonio, para pasar unos días con su padre. «La carta llega 20 días antes del desahucio», aclara a su abuelo Bea, una de las niñas, que conoce la realidad de su familia con tan sólo 10 años.

José María sabe que «no es demasiado dinero», pero no disponen de tal cantidad.

Ayuda vecinal. Por ello, en los últimos días la asociación de vecinos Rinaldi, a la que pertenece el domicilio de esta familia, ha empapelado algunas calles de la ciudad con carteles en los que piden colaboración para frenar el procedimiento de desahucio.

Asimismo, han habilitado dos cuentas, en distintas entidades bancarias, para quien pueda realizar sus aportaciones. Además, son muchos los vecinos que se acercan para prestar ayuda a una familia que no cuenta con los recursos necesarios para hacer frente a esta situación, que les mantiene a la espera de una notificación que les haga dejar su casa para siempre. «No sabemos cuánto va a tardar, pueden ser uno o seis meses, pero tenemos que estar preparados y por eso necesitamos buscar ayuda antes de que llegue la carta de los juzgados, después puede ser tarde».

«Sabemos que como está la situación no podemos pedir mucho, pero si alguien puede colaborar con uno o dos euros se lo agradeceríamos mucho, es lo que cuesta un café», comenta Diego, quien acepta con resignación el cúmulo de infortunios que están atravesando en los últimos años.

Muchos son ya en la provincia los que han perdido sus viviendas por problemas económicos. Unos datos que en 2011 alcanzaron la escalofriante cifra de 3.280 desahucios, según el Consejo General del Poder Judicial, y a los que podría sumarse esta familia rondeña.

Parece que la suerte se ha olvidado de los Crespillo, pero no pierden la esperanza de que con la ayuda de la ciudad puedan conseguir esos 20.000 euros, haciendo que, al menos, se acaben sus problemas económicos. Una cantidad, que a fecha de hoy, puede dejarlos sin hogar.