Son días en los que las escuelas de hostelería no pasan por su mejor época pendientes de los presupuestos públicos para su puesta en marcha, como son el caso las escuelas de La Cónsula y La Fonda, dependientes de la Consejería de Educación, que aún esperan que a que llegue el dinero necesario para iniciar el curso.

Sin embargo, Antonio carrillo, director de la escuela de Archidona, asegura que «desde lo público también se pueden hacer las cosas bien». El responsable de este centro se basa es los índices de inserción laboral de su centro para hacer estas afirmaciones.

Así, los últimos informes reflejan que un 81,33% de los alumnos que cursan alguna de las especialidades de este tipo de centros encuentra un empleo. «No está bien que yo lo diga pero los datos demuestran que cuando se cumple el objetivo que aquí nos marcamos que no era otro que dar formación de calidad que se traduzca en que el trabajador tenga unas competencias profesionales adecuadas para trabajar en las empresas, las cosas funcionan y si cumplimos este objetivo se traduce en que lo estamos haciendo bien», detalla.

Carrillo va más allá y asegura que cuando se presentan índices de inserción como los de esta escuela, se demuestra también que el dinero que aquí se invierte está bien empleado porque evidentemente la actividad turística y su importancia como sector económico hace que el trabajador tenga que estar muy bien formado como factor determinante en el éxito del destino», explica.

Pero además la escuela busca sus propios cauces de autofinanciación con la apertura del restaurante y la veintena de habitaciones de su hotel de cuatro estrellas. En este sentido, los alumnos se involucran directamente en el buen desarrollo del hotel. «Todo lo que podamos ingresar para no depender al cien por cien es bueno y eso es algo que se le dice directamente al alumnos por lo que el nivel de exigencia también es máximo», afirma.

Así, en el último año la escuela también desarrolla y organiza catering para los eventos públicos de las distintas administraciones, otra rama formativa que está de moda y en la que participan los alumnos, coordinados por los profesores. «Es un esfuerzo añadido porque hay que viajar y salir de la escuela pero es importante por la demanda que tiene y donde ponemos en valor los productos locales del lugar al que vamos», asegura.