La zanga es como el póker pero en versión malagueña. Es quizá la definición más sencilla que hacen los vecinos de la pedanía antequerana de La Higuera de este antiguo y complicado juego de cartas que están intentando recuperar en los pueblos de la zona.

Un entretenimiento que como apunta uno de los impulsores de la zanga, Alonso Martín, se pierde en la zona sur del Torcal en la noche de los tiempos. «Aquellos anocheceres otoñales e invernales de lluvia en las que no se podía ir al día siguiente a trabajar al campo y los hombres jugaban a la zanga durante horas en torno a una candela y cantando verdiales», explica Martín, mientras recuerda cómo empezó él a conocer las técnicas de este juego de cartas que tiene una jerga muy particular. «Los puntos se cuentan en gallina, una gallina equivale a diez puntos y las fichas son garbanzos», relatan sus jugadores que admiten que a pesar de llevar años jugando todavía no son verdaderos expertos en esto de la zanga a la que admiten, eso sí, se aprende jugando.

Lo cierto es que la filosofía de este juego sí es parecida al póker tradicional, con cuatro jugadores que hacen dos parejas y que tras repartir deben apostar o pasar en función de sus cartas y las de su compañero de juego, todo siempre, teniendo en cuenta el valor de las cartas según el palo de la baraja que rija la partida y del uso de los comodines, que también los hay. «Es cierto que no es sencillo, en primer lugar, se barajan las cartas, a continuación, el jugador de la izquierda corta la baraja, y de ahí se reparten cuatro cartas a cada jugador dos veces empezando en el sentido contrario de las agujas del reloj, de manera que cada uno tenga ocho cartas al final de repartir y sobren ocho cartas que no se han repartido·, explican sus jugadores quienes detallan que en caso de algún fallo al repartir, se recogen todas las cartas y se empieza otra vez, es la zanga mal dada o mal repartida.

La partida se mide en función de qué palo de la baraja sea lo que ellos denominan el triunfo. «El jugador que tiene el siete de espadas es la mano, es decir, él es el que tiene el privilegio de decidir cuál es el palo que tiene mas valor durante la partida, a esto se le llama elegir triunfo o triunfar», explican. El objetivo de cada pareja es ponerle al contrario cuatro gallinas con lo que termina el juego.

Martín asegura que el juego está muy relacionado con los verdiales y que se suele jugar en aquellas zonas en las que son tradicionales estos ritmos. Así, actualmente se intenta recuperar la zanga en pedanías y pueblos de la zona sur del Torcal como Villanueva de la Concepción, en los campos de Almogía, Barranco del Sol, Las Moras, Monterrosa, Santa María del Cerro o la Higuera. Además, hay zonas del Puerto de la Torre donde también fue tradicional este juego de cartas que por ahora solo se conserva en la memoria de los mayores del lugar.

La zanga dio el salto a zonas de Canarias

Los vecinos de las pedanías y pueblos de la zona sur del Torcal de Antequera quieren recuperar la zanga y para ello la incluyen como actividad dentro de los programas de las fiestas locales o incluso han empezado a crear peñas de zanga como la existente en Villanueva de la Concepción. A pesar de todos los esfuerzos, los que conocen este juego reconocen que es muy complicado aprender en unos días y que su aprendizaje lleva años de práctica. Así, mirando a sus progenitores aprendieron los que hoy intentan recuperar este juego que quieren que mantengan las generaciones futuras porque, según apuntan, jugar a la zanga no está escrito en ningún libro. «Los más mayores del lugar contamos ahora a los jóvenes cómo hace años la zanga llenaba las noches del pueblo cuando los vecinos nos reuníamos para jugar mientras se cantaban verdiales y los niños hacían pleitas para los sombreros o para las cestas», relata el vecino de la Higuera Alonso Martín, que quiere además reivindicar el carácter autóctono de este juego de cartas que nació en la provincia de Málaga, en los pueblos del interior y que ahora quieren evitar que se pierda en el tiempo. Aunque reconocen que se juega mucho en las islas Canarias, Martín apunta que se llevó hasta allí donde lo han adaptado y se ha implantado como uno de los juegos de cartas más extendidos. «La zanga es un juego malagueño de los pueblos y pedanías de la zona de Almogía, Puerto de la Torre y Villanueva de la Concepción», indica.