Actúan silenciosamente y devoran toda la madera que se encuentran a su paso. Su propagación es rápida y cuando aparecen es un martirio echarlas. Las termitas tienen en jaque a los vecinos de Alameda desde que hace más de dos años se instalaran en una veintena de viviendas.

El principal hándicap de las calles Cañada y Cano es la antigüedad de las casas, que oscila entre los 40 y 60 años. Las viviendas fueron construidas con vigas de madera que, al parecer, han sido el atractivo de los insectos, propagándose por armarios, marcos de las puertas y techos que se han desmoronado.

«No sabemos el alcance que puede tener la plaga, pero en un futuro puede ser un problema de todo el pueblo porque los bichos van por el aire», lamenta la portavoz de los vecinos, Josefa Pérez.

Las grietas en los techos alertaron a los vecinos. Las termitas fueron descubiertas tras aparecer tierra por los marcos de las puertas y las cubiertas. Sin embargo, no solo las viviendas más antiguas se han visto afectadas, también las que han sido reconstruidas, como la de Teresa Ávila, que se percató de la presencia de los insectos cuando salían «a borbotones» por el marco de la luz.

El peor episodio lo vivió Pilar Aguilar, una anciana de 90 años, que se vio sorprendida por el desprendimiento del techo de su salón cuando se encontraba viendo la televisión, sufriendo heridas en pierna, cabeza y brazo. De hecho, aún padece secuelas de ansiedad por lo ocurrido.

El último incidente tuvo lugar hace una semana en casa de Juan Carrión, al venirse abajo el tejo de una de las habitaciones. Hace más de un año que este vecino vive con su hija Dolores por el mal estado de su vivienda.

Las termitas no dejan títere con cabeza. Tanto es así, que Pilar Aguilera descubrió las escrituras de su casa hechas añicos por la acción de los insectos.

Asimismo, no sólo generan grietas, caída de techos o muebles de madera inservibles, sino también humedades en las viviendas. «Sueltan como una especie de baba que van dejando por donde pasan», explica Josefa.

Por otro lado, el arreglo de los techos y el cambio de las puertas o los muebles está suponiendo un importante desembolso para estos vecinos. Algunos han gastado hasta 4.000 euros y los que carecen de medios económicos han apostado por cerrar las habitaciones más afectadas.

Los vecinos temen por sus vidas. «Gracias a Dios no ha pasado nada aún, pero esto cada día va a peor y ya no sabemos qué hacer», lamenta Josefa, quien solicita ayuda a las administraciones y confiesa la falta de medios de algunos vecinos que son pensionistas o están en el paro.

El método casero más eficaz para atentar contra la plaga de termitas es el gasoil. «Sulfatamos con gasoil para evitar que aparezcan, pero esa no es la solución. Cuando quitamos las vigas las quemamos para evitar que se extiendan», resalta Josefa.

Una de las soluciones que han barajado los afectados es fumigar, aunque ello les supone un coste de unos 700 euros por familia y no les da garantías. Además, la portavoz de los vecinos lamenta que algunos no quieren o no pueden gastar ese dinero y «si no lo hacemos en todas las casas no servirá para nada».

El mejor tratamiento para erradicar la plaga es el cebo. Una fórmula que está negociando el Consistorio con una empresa, que facilitará el pago a los vecinos con 50 euros al mes durante tres años, lo que supone unos 30.000 euros. El alcalde de Alameda, Juan Lorenzo Pineda, explica que «se ponen distintos cebos en el radio de acción de las termitas y eso haría que se pasaran esos cebos de unas otras para acabar con todas hasta llegar hasta la termita reina».

Pineda asegura que el Ayuntamiento ayudará a las personas que «realmente» no se puedan permitir el tratamiento, si al final los afectados por esta plaga deciden erradicarlos con este método.