El Valle del Genal acoge unos mil productores de castañas. Decenas de familias que viven todo el año de los beneficios obtenidos en la cosecha del mes de octubre y que el próximo otoño verán mermada su economía tras la aparición del insecto procedente de China, que impide el desarrollo del árbol.

Cerca de cuatro millones de kilogramos de castañas se recogen anualmente en esta zona que es la de mayor producción de Andalucía y que en los últimos años ha vendido sus productos a un precio más alto frente a la afección del Dryocosmus kuriphilus en el norte de España e Italia.

Otras muchas familias cuentan con minifundios que suponen un complemento para su renta. Tierras que se heredan de padres a hijos. Es el caso de José María Fernández.

Se trata del productor del Valle del Genal más afectado, hasta el momento. De las nueve hectáreas que posee en Júzcar, media (cerca de 100 árboles) está plagada de las agallas que soltaron las avispillas la anterior primavera.

Al contar con la variedad más temprana, la gallego- portuguesa, este productor localizó las agallas la pasada semana, y lamentó que algunos ejemplares tengan que ser talados de raíz. Y es que cientos de larvas se concentran en una misma rama.

Un trabajo arduo para el que Fernández solicita ayuda a la administración andaluza por falta de tiempo y recursos.

De otro lado, en sus árboles también se aprecia la huella de las agallas de la avispilla del castaño del pasado año, que ahora están secas. «El año pasado también había agallas pero creíamos que era por la helada y no pensamos que era la avispilla. En mil castaños es difícil fijarse».

Esta circunstancia deja latente que la avispilla llegó al Valle del Genal antes de lo que se creía en un principio. Y es que su tamaño es tan insignificante que nadie detectó al intruso, a pesar de que las inspecciones de los agentes medioambientales llegaron hasta mercadillos y viveros, a través de los cuales se cree que llegó el insecto.

Fernández destacó el varapalo de la plaga a su economía: «es un importante complemento a mi sueldo como cocinero». Sin embargo, sus vecinos y amigos «están destrozados. Es su ruina».

En este sentido, en las localidades de Pujerra e Igualeja, decenas de familias tienen las castañas como único ingreso. «Un amigo sólo quería llorar esta semana, porque si se le pierden sus castaños no sabe hacer otra cosa», manifestó.