Un jurado ha declarado culpable de un delito de homicidio al hombre acusado de matar a golpes con una machota a su hijo de 40 años, con el que tenía malas relaciones debido a que éste consumía droga. Además, el tribunal popular considera que se le debe estimar la existencia de obcecación, que atenúa la pena, a raíz, precisamente, de esa situación familiar deteriorada.

Los hechos sucedieron el 17 de enero de 2014. El procesado, de 73 años y que vivía con su mujer y dos de sus hijos en Antequera (Málaga), aprovechó que su esposa no estaba para golpear a su hijo en la cabeza con una machota, mientras éste estaba tumbado en el sofá. Las relaciones familiares estaban mal debido a la adicción durante años de la víctima.

El jurado ha considerado probado que el acusado fue el autor de la muerte, pero califica los hechos de homicidio y no de asesinato como pedía inicialmente la Fiscalía, al considerar que no tuvo la intención de sorprenderle o de impedir la defensa, sino que simplemente cogió la machota y lo golpeó en un momento de obcecación producido por esos continuos enfrentamientos.

El Tribunal popular entiende que el acusado no padece un trastorno mental transitorio que le excluye de cualquier responsabilidad penal, como sostenía la defensa, pero sí una afectación psíquica. Asimismo, deja en manos del magistrado-presidente la aplicación de la agravante de parentesco y no está a favor de la petición de indulto para el hombre.

Así, la representante del ministerio fiscal ha solicitado una pena que oscila entre los 11 y los nueve años y medio de prisión, así como que se compruebe que el fallecido tiene una hija y en su caso se le indemnice con 150.000 euros. La defensa, por contra, habla de eximente muy cualificada de obcecación o arrebato y pide que se le impongan dos años y medio de cárcel.

En el juicio, el acusado admitió que lo hizo, pero aseguró que no planeó "nada" ni estaba premeditado, sino que "llegó el momento y encartó así". "Fue un momento en que me entró el diablo por dentro y no me dio tiempo a pensar lo que hacía", manifestó, al tiempo que aseguró que estaba "quemado de todos los días" y que su hijo "no era malo, lo que tenía era la droga".

Aseguró que antes de ser drogadicto, su hijo tenía trabajo y no había problemas, y destacó que su esposa, "a la que tenía acosada", era la que siempre mediaba entre ambos. Señaló que aunque no llegó a pegarle a él ni a su mujer, sí que en ocasiones los insultó y había muchos problemas de convivencia, por lo que intentaron meter a su hijo en un centro, pero "él no quería".

Aunque tras el primer golpe, la víctima no se movía, el acusado dijo que no supo cuándo murió, ya que lo llevó a su habitación "para que mi mujer no viera nada" y limpió todo el salón, tras lo que salió a la farmacia. Al poco tiempo de regresar, llegaron los agentes encargados de controlar el cumplimiento de una pena de localización permanente impuesta al fallecido, a los que reconoció lo ocurrido.