El anís, también conocido como aguardiente, es un licor que nunca falta en las fiestas de Navidad. Pero no sólo en esta época se consume el líquido, que también es ingrediente de golosinas como los caramelos. El combinado conocido como la palomita, mezcla de anís y agua, es también muy común.

El aguardiente también se usa para cócteles o se consume con limón, pero uno de las bebidas más conocidas en los bares es el carajillo, es decir, café con anís.

Habitualmente la matalahúva que se utiliza para la elaboración de anís es previamente analizada. Y es que esta debe tener un nivel entre el 23 y el 30 por ciento de riqueza de aceite esencial y estar limpio de impurezas, explica el jefe de administración de Anís Machaquito de Rute, Emiliano Retamosa.

En el primer paso para la elaboración del anís se mezcla la matalahúva con agua y alcohol de remolacha que pasa a una caldera de cobre en la que tiene lugar el proceso de destilación, durante 48 horas, alimentado con leña de olivo.

Más tarde el líquido vuelve a ser introducido en la caldera junto con más matalahúva, aunque menos tiempo de destilación, para obtener el resultado final. En este punto, el anís suele tener una graduación de alcohol de unos 80º, que son rebajados con azúcar para alcanzar los 55º que dan paso al embotellado y a su consumo posterior.