­El comandante Benítez es uno de los personajes más sobresalientes del siglo XX en Málaga. Un militar que luchó en la Guerra de Cuba como subteniente, por cuyos méritos le concedieron la cruz de María Cristina. Una vez alcanzó el grado de teniente estuvo destacado en el regimiento de Ceriñola Nº52 en Melilla.

No obstante a Julio Benítez Benítez, originario de El Burgo, se le conoce especialmente por su defensa de las posiciones españolas en el norte de África. Tras perder la posición de Arrabán, y repeler a Abd el-Krim en Sidi Dris -gracias a la defensa del comandante Benítez- , el mando español ocupó Igueriben para defender el emplazamiento de Annual por el sur. Mes y medio después, los rifeños atacaron Igueriben, bajo el mando del comandante Benítez. Tras un asedio de cinco días y fracasar varios intentos de acudir en su auxilio, el ejército español le aconsejó que se rindiera.

Fue entonces cuando el comandante pronunció su frase histórica: «Los de Igueriben mueren, pero no se rinden» y respondió al ejército que bombardeara el emplazamiento cuando escuchasen el último de los doce proyectiles que les quedaba pues entonces, y solo entonces, caerían en manos de las fuerzas enemigas.

El militar de El Burgo murió apenas unos días antes de su cuarenta y tres cumpleaños, tras 17 años, 9 meses y 21 días de servicio, según recoge un artículo de la revista Turóbriga escrito por José María Gómez Teruel, vecino de El Burgo y estudioso e investigador de la vida del combatiente.

Benítez nació en El Burgo, en la Sierra de las Nieves, un 17 de agosto de 1878 y acabó protagonizando un capitulo de la historia de España un 17 de julio de 1921 en el conocido como Desastre de Annual durante la Guerra de Rif en el norte de África. En aquel episodio fueron aniquilados 392 hombres que estaban al mando del comandante.

El 11 de febrero de 1926, Miguel Primo de Rivera y el rey Alfonso XIII homenajearon a este ilustre malagueño con un monumento en la Acera de la Marina, que hoy día puede localizarse en el paseo del Parque de Málaga. El rey también le concedió la Cruz Laureada de San Fernando a título póstumo. El comandante también dio nombre al campamento militar que el Ejército de Tierra utilizó hasta 1995 y a una avenida paralela al río Guadalmedina.

Es ahora, tras la propuesta de los componentes de la Asociación Turóbriga de El Burgo cuando su pueblo natal le ha nombrado, por una unanimidad, hijo predilecto a título póstumo en un pleno celebrado el pasado 24 de noviembre, 94 años después de su muerte.

Con este homenaje al comandante Benítez se cumple un deseo de la Asociación cultural Turóbriga y uno de sus biógrafos, José María Gómez Teruel, el cual ha dedicado muchas horas a estudiar la vida de este ilustre burgueño. «Para muchos es una figura relevante y esperamos que este busto ayude a recordarlo» afirma el alcalde de la localidad José Joaquín García Ramírez.

La asociación reivindica que «no hay mayor error que desconocer la historia para crear falsas ideas o repetir los errores del pasado. Nadie puede creer que hacemos un homenaje a un militar porque sí o que sea un homenaje a un militar franquista porque el comandante Benítez murió muchos años antes del inicio de la Guerra civil».

El sábado a mediodía, autoridades civiles y militares descubrieron un busto en bronce del comandante -obra del escultor Rafael Bravo Hierrezuelo- en memoria del militar y de los 392 hombres que perdieron su vida por España, que presidirá la remodelada plaza de Abajo de la localidad, como homenaje de todos los burgueños a uno de sus vecinos más ilustres.

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