­En países como Tailandia los insectos forman parte de la dieta diaria, muy al contrario de lo que ocurre en España, donde la mayor parte de la población ni los ha probado. No obstante, cada vez son más los españoles que incluyen en su menú insectos ante una Europa que se ha subido al carro de su consumo en los últimos años por su alto valor proteico.

Este escenario llevó hace dos años a dos jóvenes franceses a implantar una granja de cría de insectos en Coín, convirtiéndose Insagri en la única empresa española con escasa competencia a nivel europeo.

Laetitia Giroud y Julien Foucher se toparon con la necesidad de buscar nuevas fuentes de proteínas por su condición de vegetarianos. Fue en EEUU donde conocieron el poder de los insectos y en la provincia de Málaga, concretamente Coín, donde hallaron el mejor lugar de Europa para su cría, al necesitar una temperatura entre 28 y 30 grados centígrados.

Tal es la demanda europea que Insagri anima a los malagueños a que construyan su propia granja de insectos ofreciendo formación y asesoramiento para lograr cubrir la gran demanda internacional.

Y es que se trata de un alimento reconocido por la FAO, organización de las Naciones Unidas, para la lucha contra el hambre, ya que ofrece al ser humano las proteínas y las vitaminas de la carne, además de brindar un alto contenido en calcio y fósforo.

Por otra parte, Insagri produce actualmente unos 500 kilogramos de insectos mensuales para el consumo humano que se transformarán en una tonelada el próximo año cuando pretenden ampliar los puntos de exportación y comenzar la distribución en España, tras trabajar de la mano de las administraciones.

Asimismo prevén producir en 2017 una tonelada de larvas de moscas al día para pienso de animales en su granja de 800 metros cuadrados, situada en una parcela de 5.000, que irán cubriendo poco a poco.

Alemania, Francia, y Países Bajos son los principales consumidores de los insectos criados en la provincia de Málaga. En concreto, para el consumo humano exportan grillos y gusanos de la harina, además de larvas de moscas como sustituto del pienso de los animales.

En esta línea, Laetitia resalta que a nivel mundial se consumen más de 80.000 millones de toneladas de harina de peces para la elaboración de pienso siendo las larvas de moscas una excelente fuente de proteínas a base de frutas y verduras ecológicas.

Los productos ecológicos poco atractivos en el mercado, bien porque presenten un aspecto granulado o sean más pequeños, son los que Insagri utiliza para alimentar a los insectos «creando proteínas y dejando de generar basura».

Así, Laetitia Giroud subraya que «el gasto de agua para obtener un kilogramo de vaca es de 15.000 litros mientras que para un kilo de insectos sólo se necesita entre cuatro y seis litros de agua».

Los insectos pasan de la granja a la mesa deshidratados, enteros o en polvo, con una fecha de caducidad de un mínimo de diez meses. Un ingrediente que aquellos que lo consumen utilizan tanto para platos principales como para postres.

«El gusano para mí sabe a patata, y los grillos tienen un gusto de nueces que permiten hacer un delicioso brownie, pero también se pueden hacer galletas o elaborar con pastas», señala Laetitia Giroud, quien apunta que muchas personas desconocen que habitualmente consumen insectos en productos tales como «el salchichón, el lomo, yogures o bebidas, en las que se utiliza la cochinilla».