­La escasez de un bien básico como es el agua no da tregua a los vecinos del Valle de Abdalajís. Y es que, a pesar de la belleza del entorno que les rodea y la alegría de sus gentes, sienten que su día a día ha viajado en el tiempo al verse comprando cubas de agua en pleno siglo XIX. Es el caso de 40 familias y seis ganaderías de una zona rural que carecen de suministro. Desde ayer una treintena de vecinos de esta zona protagonizan un encierro y huelga de hambre en las dependencias del Consistorio para reivindicar a la empresa Aguas de los Verdiales que se lleve a cabo la conexión de sus viviendas a la red de agua.

El portavoz de los vecinos afectados, Antonio Bravo, considera que la situación en la que viven es «tercermundista» y no van a cesar la lucha hasta que no «salga el agua de la red por nuestros grifos».

«No podemos hacer una vida normal porque siempre tenemos que estar atentos a los niveles del bidón de agua. Esto nos genera problemas psicológicos», lamenta Bravo, quien recuerda que los vecinos se abastecen de cubas de agua que les suponen un importante gasto.

Por su parte, el alcalde del municipio, Víctor Castillo (PP), que se ha sumado a la huelga de hambre, critica que Aguas de los Verdiales, que actualmente se encuentra en concurso de acreedores, los «chantajee»: «El administrador concursal nos dice que hasta que no se cierre el proceso concursal no nos pueden poner el enganche, mientras que los servicios jurídicos de la Diputación nos dicen que el convenio de esta empresa no tiene nada que ver con nosotros».

A pesar de ello, en varias ocasiones les han prometido que les pondrían el agua: «Pero siempre nos decían que faltaban dos semanas y llevamos dos años», aclara el regidor, quien insiste en que «seríamos un cliente más que no generaríamos gastos sino beneficios».

Castillo afirmó a La Opinión de Málaga que los administradores concursales les han asegurado que en una semana les darán una respuesta. «Se siente mucha impotencia. En el Ayuntamiento ya tenemos muchos problemas y no lo comprendo porque hay agua suficiente», apostilla el munícipe.

Uno de los vecinos afectados por esta situación es Francisco Romero, que reside con su familia en una vivienda desde hace más de 10 años y lamenta que en verano, cuando las cubas abastecen a los vecinos de la zona, se quedan alguna vez sin agua. «Sentimos una indignación total».

«Yo vivo con mis niños de 7 años y 5 años -cuenta Mari Luz Lagos, otra vecina- y siempre tenemos que tener mucho cuidado de no gastar porque el agua nos cuesta 80 euros a la semana. Nosotros pagamos nuestra contribución, está todo legal, pero no tenemos agua».

Milagros López, que reside en el campo 12 años, siente las condiciones en las que vive su padre de 84 años: «Me da mucha pena la situación que está volviendo a vivir mi padre. Lo tengo muy complicado porque no llega el agua a las lavadoras y para ducharnos tengo que calentarla. Cuando nos falta vengo al pueblo a por cubas», indica Milagros.

«Hay veces que no puedo comprar las cubas porque estamos cobrando la ayuda y no tenemos dinero para pagarla siempre», concluye una de las vecinas afectadas que junto a sus vecinos durmió anoche en el Consistorio.