Juan Martín Serón renunció ayer a la alcaldía y anunció su despedida de la política después de 16 años siendo el máximo representante del Ayuntamiento de Alhaurín el Grande, con una puesta en escena que pareciera de alguien que se ha fraguado un nombre más allá de las fronteras que delimitan a la provincia.

En un salón de plenos repleto para la ocasión, con alrededor de un centenar de personas permaneciendo de pie y poniendo en riesgo su estabilidad gravitacional, a pesar de los más de 45 minutos de retraso sobre la hora prevista, la disposición siempre fue la de rendirle un sentido homenaje. Ya lo avisaba el goteo constante de gente que se dirigía al Ayuntamiento en horario inusual. Pocos alcaldes en España se pueden permitir el lujo de convocar un pleno extraordinario para anunciar que dejan el cargo y, además, recibir un baño de masas a cambio.

En realidad, hubiera bastado con fijar un punto para su renuncia en el pleno ordinario que se celebró el pasado lunes. Así, sin embargo, consiguió una escenificación a la altura de alguien que, según el propio Serón, ha logrado llevar a Alhaurín el Grande de ser una preocupación a convertirse en un pueblo que está a la vanguardia. «Hemos sido un ejemplo de gestión sin precedentes en toda España», afirmó Serón, quien embridó sus palabras en un discurso leído que se estiró durante casi una hora. Nada habitual en alguien que ha probado sobradamente un dominio de la retórica, en ocasiones, incluso, excesiva, pudo entenderse en el contexto de emotividad en el que se desarrolló su intervención. Tuvo que parar su discurso, al menos, en tres ocasiones y con las lágrimas acariciando sus mejillas.

En un escrito elaborado a su imagen y semejanza, que utilizó para defender su gestión al frente del Ayuntamiento, repasó toda su carrera política en Alhaurín. Desde la primera mayoría absoluta en 2003, pasando por el vía crucis de su año de inhabilitación y la posterior renuncia a seguir formando parte del PP, hasta la reciente conquista de la alcaldía ya bajo el marbete de Por Alhaurín.

A pesar de su condena por corrupción, ratificada por el Tribunal Supremo, Serón se volvió a mostrar muy crítico con la sentencia que le implicó en el llamado caso Troya y volvió a dejar claro que, según él, fue víctima de una conspiración cuasi mayúscula y sin precedentes. «En 2007, todo nuestro esfuerzo se vio truncado por la mayor persecución política, policial y judicial que se haya conocido en nuestra historia reciente», apuró, resaltando, a su vez, la sabiduría del pueblo de Alhaurín respondiendo a estos «atropellos» con «apoyos rotundos en las siguientes elecciones».

El futuro, en buenas manos. En sus planteamientos para el futuro de Alhaurín, además de pedirle «altura de miras» a la oposición, se congratuló del acuerdo de investidura al que ha llegado su partido con el PP tras las últimas negociaciones a puerta cerrada. Presentado en la mañana de ayer, éste garantiza que la hasta ahora teniente de alcalde y fiel mano derecha de Serón, Antonia Ledesma, le suceda en el cargo dotando de un gobierno continuista a Alhaurín. De su aliada a la largo de estos últimos años, aseguró que «será una gran alcaldesa, leal y entregada a su pueblo».

Acostumbrado a dar lecciones, sin embargo, hubo un momento significativo para redimirse a sí mismo. «Pido perdón por si he ofendido a alguien a lo largo de estos años», fueron sus últimas palabras. Cualquiera lo diría, visto como fue aplaudido de forma laudatoria por los asistentes al pleno.