Querer es poder. Ese podría ser uno de los lemas de Manoli González, una antequerana que nació con un glaucoma congénito, el cual le provocó una pérdida de visión cada vez más severa, hasta que a los 27 años se convirtió en irreversible. Pese a estar ciega, Manoli no dejó de luchar por sus sueños y siguió levantándose cada día con la sonrisa siempre pintada en la cara.

Al ingresar en la Organización Nacional de Ciegos Españoles (ONCE) descubrió una escuela de fisioterapia que en seguida le resultó interesante. Manoli cree que encontró en esa disciplina una oportunidad porque desde pequeña estuvo ligada a los médicos, al tener que acudir una y otra vez al hospital por la patología que arrastraba desde que era niña.

La antequerana considera que ha tenido que superar los mismos obstáculos que cualquier otra persona. «A todo el mundo le cuesta sacarse una carrera, hay que esforzarse y estudiar mucho», manifiesta. Sin embargo, sí que admite que en ocasiones se ha sentido discriminada en su vida por ser discapacitada: «Hay veces en las que te tratan de una manera diferente a los demás».

Pero lo consiguió. Manoli se convirtió en fisioterapeuta y desde el año 1991 desarrolla su profesión en el hospital de Antequera. Y lo hace de la misma manera que el resto de sus compañeros. «Desde que empecé a trabajar siempre he tratado al mismo número de pacientes que mis compañeros, nunca he tenido un trato especial», resalta.

La antequerana encuentra también en esas personas que acuden a su consulta un apoyo. «Recibo mucho cariño de mis pacientes y la mayoría están muy satisfechos. Es una inyección de energía», relata la fisioterapeuta.

La labor que realiza Manoli no pasa desapercibida. Recientemente, la Diputación de Málaga ha recocido su labor con el premio «Mujeres sin diferencia», enmarcado en sus actos de conmemoración del Día de la Mujer. «Es un estímulo para seguir formándome, para ofrecer el mejor trato a los pacientes y tratarlos como a mí me gustaría que me tratasen», relata.

Precisamente, a recoger el mencionado galardón, Manoli subió con uno de los pilares fundamentales en su vida diaria: su perra guía. Tomó esta decisión para reivindicar el papel tan importante que tiene este animal a la hora de facilitar la vida a sus dueños. «Los perros guía no son mascotas, han pasado años de entrenamiento», explica la antequerana, que sostiene que es necesario «seguir concienciando a la población y, sobre todo, a los establecimientos de que estos animales tiene derecho, como así lo establece la ley, a entrar a cualquier lugar menos a un quirófano».

Además de la fisioterapia, Manoli cuenta con otra destacada pasión: el deporte. Especialmente practica el ciclismo en tándem, llegando incluso a salir tres veces en semana y habiendo logrado subir hasta lugares como El Torcal de Antequera.

Manoli es un ejemplo de superación, de creer en sus posibilidades para alcanzar los objetivos en la vida. Después de luchar tanto, ahora ayuda a otras personas a superar sus lesiones, porque la antequerana tiene unas manos llenas de vida.

@ccasadob