­«Esta mañana he visto las noticias y he llorado». Son las palabras de Margaret Stovenson, una ciudadana natural de Gales que reside en Mollina desde hace 13 años, tras conocer que el Reino Unido ha dicho sí al Brexit, es decir, a dejar de formar parte de la unión política y económica de los 28 países de la Unión Europea.

Sus palabras representan el pensamiento de la gran mayoría de británicos que viven en esta localidad de la comarca de Antequera, los cuales manifestaban hace escasamente tres días que lo más beneficioso para la nación sería permanecer integrados en la UE, postura que siguen defendiendo a pesar de los resultados.

Stovenson, que votó la opción de permanecer en la UE, considera, aún con lágrimas en los ojos, que ayer fue «el día más negro de la historia del Reino Unido», a la vez que manifiesta estar de acuerdo con la decisión tomada por el primer ministro y líder del Partido Conservador, David Cameron, al que asegura admirar a pesar de no compartir sus ideas.

Pese al resultado, la ciudadana galesa no valora realizar ningún cambio en su día a día, y en ningún caso se plantea volver a su país. Asimismo, lamenta que cuando se produzca la salida del Reino Unido de la UE será más difícil pedir ayuda al resto de países. «¿Qué haremos si se produce un ataque terrorista?», se cuestiona.

En cuanto a las pensiones, Stovenson se muestra «muy preocupada» por si se pudieran producir recortes o incluso una congelación de las mismas. Así, defiende que ha trabajado toda su vida en el Reino Unido: «Y ahora tengo derecho a recibir mi pensión».

Por su parte, Audrey Carr, inglesa que reside en Mollina desde hace unos 13 años y que también eligió la opción de seguir unidos a la UE, considera que «no hay futuro en Reino Unido después del Brexit; va a haber que emigrar a países como Canadá», por lo que tampoco se plantea de ninguna forma volver a Inglaterra. Carr se siente preocupada por lo que atañe al ámbito de la salud, incidiendo en que no se pueden permitir pagar un sistema sanitario con sus pensiones.

El caso de Lisa Walenten es un tanto distinto. No pudo votar en el referéndum por llevar más de 15 años fuera del país. Sin embargo, siente preocupación por sus amigos pensionistas residentes en Inglaterra, quienes «tienen miedo a que se congelen las pensiones». Pese a ello, la ciudadana inglesa cree que «no hay que entrar en pánico de momento, hay que mantener la calma hasta que empiecen a producirse cambios».

De otro lado, Karen Smith, también inglesa y sin posibilidad de ejercer su derecho al voto, hace hincapié en los riesgos que el Brexit puede conllevar en la economía del Reino Unido. Así, explica que el resultado del referéndum «rompe la economía, ya que los inversores tienen miedo de hacer ahora movimientos en el país». En este sentido, Smith asegura que en el futuro y tras la salida de la UE «va a ser más difícil vender una casa», lo que implicará una pérdida del valor de los bienes de los ciudadanos británicos.

Algo distinta es la situación de John Allan, un escocés también residente en Mollina que no pudo votar por no poseer vivienda en su país natal. Este ciudadano considera que para Escocia el Brexit no es tan determinante, ya que defiende que el siguiente paso de su nación será conseguir la independencia del Reino Unido y permanecer de esa forma en la Unión Europea. Además, argumenta que el 62% de los escoceses han elegido esta opción, lo que, según él, manifiesta la intención de su país.

Sin embargo, sí destaca que el resultado del referéndum «es terrible» y recalca que los votantes que se han mostrado a favor del Brexit «tienen una actitud que va en contra de la globalización. Los resultados van a romper la unión de la nación», afirma.

Ahora, los británicos de Mollina se encuentran a la espera de conocer cuál será el futuro de su país. De momento, siguen asimilando la nueva realidad.