­Francisco González Gómez, párroco malagueño de 67 años de edad, tiene grabado en rojo este domingo 11 de septiembre. Aunque desde que comenzó esta década ha ejercido de rector del Seminario de Málaga, y ha formado a varias generaciones de nuevos sacerdotes, ahora ha decidido volver a los altares.

En concreto, se ha convertido en nuevo responsable de la parroquia de Estación de Cártama: «Me siento igual que un cura novatillo, si bien es cierto que tengo la sensación de subirme a un tren en marcha. Llevo tiempo sin estar en una parroquia, pero seguro que entre todos nos ayudaremos».

Relata cómo vivirá su nueva experiencia casi al tiempo que recoge sus pertenencias en el Seminario que ha coordinado desde 2010. No es un traslado cualquiera, sin embargo: «Mi deseo es el de compartir toda mi experiencia. Quiero que juntos podamos construir en Estación de Cártama una comunidad feliz, llena de esperanza, la que Dios quiere».

González Gómez no es un párroco cualquiera. Ya ha hecho historia al haber permanecido durante más de un lustro como rector. Pero además tiene la particularidad de que en sus orígenes no se ordenó hasta alcanzar la treintena de años. «Soy economista, sí. Estudié Ciencias Económicas. No obstante, desde muy niño ya empecé a tomar contacto con las comunidades religiosas y de hecho pertenezco a la asociación Misioneros de la Esperanza».

Añade que un 22 de diciembre, de 1979, le tocó la Lotería: «Fue el día que me ordené como sacerdote. Unos meses antes ya fui enviado a la Serranía de Ronda, concretamente a Jubrique y Genalguacil, donde permanecí durante cuatro años. Y luego pasé en Archidona, como párroco, otros nueve años. Cada pueblo me dejó experiencias muy bonitas y guardo buenos recuerdos de cada lugar».

En 1985 vivió un primer cambio en su trayectoria como religioso, al ser nombrado vicario episcopal. Se movió prácticamente por todas las zonas de la provincia, sin llegar a cruzar el Mediterráneo para ejercer en Melilla. Luego llegaría su etapa en la Pastoral Universitaria y al término de ese periodo, a principios del curso 2010/2011, se le encomendó la tarea de estar al frente del Seminario.

«No todos están capacitado»

Acerca de su labor en estos últimos seis años, Francisco manifiesta que pese a la avanzada edad media de los párrocos en la provincia, no todo el que acude al Seminario tiene garantizado posteriormente un puesto como cura. «Disponemos de un equipo de psicólogos, se hacen entrevistas. Y además durante un curso logramos saber si las personas que vienen están capacitadas. Hay un filtro que hay que superar», indica.

Es cierto que se han atravesado años de dificultades, en cuanto a la falta de vocación, pero subraya lo que está por venir: se han pasado de apenas 13 seminaristas en 2010 a más de 25 para este próximo curso. «Hay un renacer vocacional en cuanto a los jóvenes que reciben la llamada del Señor. Para todos ellos, tal y como dice la parábola, es como el que encuentra un tesoro. A veces dejar las redes, como dice el Señor, cuesta. Pero uno es feliz después. Yo mismo no me cambiaría por nada, pese a que asumo que cuando dejé mi trabajo como economista asumí cierto riesgo».

González concluye que sin esa decisión no habría siquiera podido conocer la realidad de numerosos países de América y África.