­La vendimia en la provincia de Málaga prácticamente ha finalizado. Apenas restan cantidades significativas de ciertas variedades en las cepas. El análisis no está todavía cerrado, pero se confirma que se superará el listón de 5,5 millones de kilos de uva, según fuentes del sindicato Asaja. Los expertos reconocen que no ha sido el mejor año, por la falta de precipitaciones, aunque en determinadas zonas incluso se han superado los registros de 2015. Pero también se pone el acento en la falta de consumo interior en la provincia.

El balance vuelve a ser más que positivo, por la proliferación de bodegas en todas las comarcas. De esa apuesta por la calidad que se ha convertido en el principal auxilio para la vid, los caldos malagueños han ganado en competitividad y así son reconocidos en multitud de certámenes nacionales.

El secreto, no obstante, va mucho más allá de la actual coyuntura. Como relatan los productores, la materia prima es inmejorable. No hay otro lugar del planeta que, por ejemplo, produzca una mejor uva moscatel. El contrapunto lo pone la progresiva decadencia de la pasa, que de manera artesanal todavía se produce en localidades axárquicas como El Borge o Almáchar.

José Molina, propietario de una de las bodegas de moda en la provincia, relata que durante años se han cometido importantes errores: «Hubo etapas en las que, cuando faltaba uva, se compraba fuera. El error alejó a los consumidores de enclaves famosos durante décadas por la excelencia de sus vinos».

En su caso, con el horizonte de producir 14.000 botellas, con algo menos de 3.000 cepas distribuidas en unas siete hectáreas de terreno en su Colmenar natal, no cabe la compra de uvas que no sean propias. «Hasta me han ofrecido las uvas gratis y las he rechazado», expresa quien apostó por la uva ecológica como principal garantía de éxito. No se equivocó. Ahora, hasta la Casa Real demanda sus caldos, denominados Primera Intención.

Asaja aplaude el esfuerzo que en la actualidad realizan empresarios como él. La diversificación de la producción, que lamentablemente no se da en variedades hortofrutícolas como el aguacate o el mango, también en la Axarquía, es clave para entender parte de este enorme éxito empresarial.

Molina, en su recorrido por sus viñedos, nos enseña vides de las variedades Pedro Ximénez, Tempranillo, Syrah y algunas Merlot, Petit Verdot y Garnacha. En general se han mantenido los kilos recolectados en la provincia durante el pasado año -incluyendo todas las variedades que componen el peculiar puzle malagueño-.

En la Serranía de Ronda es donde en parte ha decrecido la producción, tras un año de récord como el pasado. Mollina ha compensado dicha bajada, después de unos primeros recuentos sobre la recolección de la variedad Pedro Ximénez -esta vendimia, la más tardía, empezó a principios del pasado mes de septiembre-.

Si en tierras rondeñas se recogió un millón de kilos, lo mismo que en Málaga Virgen, en Mollina se elevará el listón de 2015 hasta situarlo en 3 millones de kilogramos. En la comarca de la Axarquía no se alcanzará el millón de kilos, pero se insiste en la calidad de la uva.