­La falta de precipitaciones, ciertas plagas que en algunos casos se vinculan directamente con la contaminación y la entrada de miel procedente de China «generada de manera artificial» hace que el sector de la apicultura vea cada vez más negro su futuro.

Numerosos propietarios de colmenas han anunciado públicamente que, sin medidas contundentes y un nuevo año hidrológico deficitario, tendrán que replantearse su ocupación. La miel cada vez les sabe menos dulce, por mucho que se esmeren en ofrecer la máxima calidad a sus clientes.

Según datos oficiales de la Junta de Andalucía, la provincia de Málaga aglutina 225 expedientes correspondientes a otros tantos productores de miel, que gestionan 63.620 colmenas. Es la segunda provincia andaluza que mayor cuota de ayudas públicas percibe, con un montante de más de 300.000 euros. Las ayudas proceden de la cuota para 2016 del Programa Apícola Nacional 2014/2016, cofinanciado por el Fondo Europeo Agrícola de Garantía (Feaga), el Gobierno central y la Consejería de Agricultura, Pesca y Desarrollo Rural.

Empresas como Bee Garden se encargan de estudiar la vida de las abejas. Para concienciar sobre la importancia que tienen estos insectos Eva Gómez y José Gil, los responsables del negocio, llevan una colmena de observación para acercar las abejas a los colegios, asociaciones o familias interesadas en la conservación medioambiental.

En la actualidad, según la empresa, las producciones de media son inferiores a los 10 kilos, «aún así con esta baja productividad y habiendo consumo en España, tenemos problemas con los precios de la miel de los apicultores españoles, ya que la miel de China a precios muy bajos siendo el etiquetado poco claro para los consumidores».

Hace escasas fechas se celebraba en Granada, el VIII Congreso Nacional Apicultura. El secretario general del sindicato agrícola Asaja Málaga, Benjamín Faulí, asistió para «compartir un problema como la sequía, que afecta a todo el sector vinculado al campo». Faulí explicó que en determinados momentos «agricultores y apicultores» han mostrado determinadas diferencias «pero en la actualidad muchos de los problemas que se sufren son comunes», explicó el responsable provincial.

Faulí aplaudió, por ejemplo, que la Comisión Europea anunciara hace unas semanas que a partir del próximo año se efectuarán análisis de las mieles que llegan al continente europeo procedentes de terceros países. «No es normal que en China haya fábricas de miel. Esta medida va a ser muy interesante para el consumidor, que debe saber a qué se arriesga si decide ahorrarse un euro en el tarro de miel que se lleva a casa», apuntaba.

«En la actualidad estamos produciendo unos 15 kilos al año y deberíamos producir 25», comenta el presidente de la Asociación Malagueña de Apicultores, Fernando de Miguel, quien argumenta que son las ayudas europeas y andaluzas las que permiten a los apicultores de la provincia a solventar la diferencia de gasto.

Pesticidas

Los problemas a los que se enfrenta en la actualidad un apicultor y su fuente de trabajo son muchos y variados. El principal, según el responsable de la organización de apicultores malagueños, que lleva funcionando 30 años y que acoge a más de 300 apicultores, es la cantidad de pesticidas que se vierten en el campo.

Y es que, a las condiciones climáticas se les suma un parásito que lleva en las colmenas desde hace 30 años «pero en los últimos tiempos es cuando ha empezado a hacer más daño», asegura.

Además, también les afecta la cuestión de las exportaciones pues la mayor parte de la miel que se consume en Europa proviene de España.

«La falta de lluvias está dando al traste con la profesión y con la cabaña apícola», confirma el responsable de apicultura del sindicato COAG, Antonio García, que para ilustrar dicha afirmación recuerda los cómputos nacionales del sector: las mieles claras han reducido su producción del 30 al 40% y las oscuras han descendido entre un 20 y un 30%.