­La Asociación Malagueña de Apicultores, organismo que agrupa a la mayoría de los productores de miel de la provincia y cuya sede se encuentra en la localidad axárquica de Colmenar, insiste en la necesidad de que el consumidor sea consciente de la extraordinaria calidad que atesora la miel malagueña.

Para que esta práctica ancestral no se pierda con el paso de las generaciones, la asociación tiene previsto celebrar cursos de manejo general de las colmenas, pero también sobre la sobre la patología apícola o la cría de abejas reinas, la próxima primavera.

Ahora, además de gestionar la documentación de los trabajadores, desde hace cuatro años, la entidad está intentando fomentar una etiqueta que certifique que la miel que compran los malagueños proviene de abejas malagueñas. «Tenemos que diferenciarnos», asevera y parece que algunos retos que están llevando a cabo cobran sentido. Y es que con el paso de los años, los propósitos que se marcaron desde un principio fueron cumpliéndose al tiempo que luchaban contra las amenazas que había a su alrededor.

La Casa de la Miel en Colmenar o colaboraciones con eventos como Sabor a Málaga, junto con la Diputación, completan sus actividades, que tienen el propósito principal de mostrar a los malagueños los secretos de un sector desconocido para todos ellos a pesar de ser un oficio que no atraviesa su momento más dulce.

De hecho, el sector denuncia que ha habido malas cosechas los últimos años y, además, la industria del envasado están almacenando la miel española con el objetivo de mantener los precios.

De esta manera, el apicultor se encuentra por primera vez en años con que vende la miel por debajo de los costes de producción, situados en 2,65 euros por kilogramo de miel. Sólo la venta directa del apicultor al consumidor podría salvar a estos productores de la desaparición.