El rechazo frontal a la hipótesis defendida por la Guardia Civil sigue intacto entre la familia de Lucía Vivar. Los padres de la pequeña, hallada muerta el pasado 28 de julio en la línea férrea que une Álora y Málaga, no se resignan a aceptar que el fallecimiento de Lucía se haya producido a causa de un traumatismo craneoencefálico severo provocado por el impacto del tren. En el seno de la familia ha madurado la idea de que hay una tercera persona implicada en la desaparición y en el posterior fallecimiento de Lucía.

La abogada de la familia compareció este lunes ante la prensa para argumentar las dudas que sustentan el sentimiento de impotencia que se ha apoderado de la familia, al existir entre sus miembros la convicción absoluta de que la pequeña no pudo recorrer por sí sola los cuatro kilómetros que separan el restaurante, donde fue vista la última vez con vida, del lugar en el que fue hallado su cuerpo inerte.

Junto a la letrada, Ana Belén Ordóñez, también estuvo presente el abuelo de Lucía, Francisco Hidalgo. El hombre, de 63 años, se mostró visiblemente emocionado durante la rueda de prensa, lo que no le impidió reiterar en varias ocasiones que la hipótesis oficial se caería por la dificultad que presenta el terreno.

«Seguro que es imposible», señaló Hidalgo. El abuelo de Lucía participó activamente en la búsqueda durante la fatídica noche del 28 julio y ha realizado en varias ocasiones el supuesto recorrido que habría llevado a la pequeña hasta su lecho de muerte, donde, según la hipótesis que defiende la Guardia Civil, habría sido invadida por el sueño para acurrucarse a ras de la vía del tren. «Mantenemos que mi niña no se fue de ninguna de las maneras por sí sola, se la llevaron. Que la han puesto allí como cabeza de turco para que pague el tren, puedo aceptarlo», dijo.

En este sentido, como dejó claro la letrada, tanto ella como la propia familia no entienden «como se pudo establecer una hipótesis prácticamente cerrada» apenas una hora después de encontrar a Lucía.

En la búsqueda de respuestas por su propia cuenta, la familia ha contado en estas semanas con la ayuda de varios criminólogos. Profesionales que han realizado investigaciones sobre el terreno consistentes, entre otros, en la inspección ocular de las vías del tren y en la detección de elementos de puntos de riesgo que podrían haber dificultado el avance de Lucía. Todos coinciden en la extrema dificultad que habría supuesto para una niña de tres años sortear los socavones y las traviesas en la oscuridad de la noche.

Estos atestados, según se explicó, ya han sido puestos a disposición del Juzgado de instrucción número 10 de Málaga. «La niña era muy espabilada, pero al mismo tiempo era muy asustona», añadió Hidalgo que, por ello, Lucía nunca habría huido por sí sola de la luz para adentrarse en la oscuridad.

Otra de las grandes dudas que persiguen a la familia es todo lo que rodea a la propia salida del tren. «Me dijeron que por ahí no iba a pasar ningún tren», aseguró Hidalgo que le prometieron a la familia que se iban a retener los trenes en la estación durante el tiempo que durara la búsqueda. Un cúmulo de circunstancias desgraciadas, a las que habría que sumar, según Hidalgo, una desafortunada actuación de los equipos de búsqueda caninos.