La ministra de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, Isabel García Tejerina, ha explicado este martes durante la celebración de la asamblea general de Asaja Málaga que la Indicación Geográfica Protegida (IGP) Mollete de Antequera, que reconoce el origen antequerano de este pan, "está en manos de la Comisión Europea" para su inscripción en el registro comunitario de figuras de calidad.

García Tejerina ha indicado que ya se ha realizado toda la tramitación, estando "a la espera de que la comisión analice la documentación y el mollete pueda contar con la protección". Asimismo, ha asegurado que dicho organismo cuenta con seis meses de plazo máximo para este proceso.

El mollete de Antequera es, en este sentido, un pan originario de esta localidad malagueña y con una zona de elaboración y envasado que se extiende al término municipal de Fuente de Piedra.

Se trata de un alimento producido con harina de trigo, poco horneado y con un nivel de humedad elevado, de miga blanda y con forma peculiar, elíptica irregular en su base, y aplanado, con escaso volumen y con restos de harina procedentes del propio proceso de moldeo.

Presenta una textura esponjosa y el color de la corteza es blanco marfil, con leves tonos de vainilla y puede aparecer más tostado por los bordes.

Los orígenes del mollete de Antequera están en los bollos de pan planos, con poca hechura y levadura que ya hacían los judíos y árabes en Al-Ándalus entre los siglos XII y XV, aunque el origen etimológico del término 'mollete' es castellano (muelle significa blando), en referencia a la esponjosidad y ternura característicos de este tipo de pan.

La elaboración de este producto y el uso de la denominación dentro de España sólo ha perdurado en varias comarcas de Andalucía, quizás por la mayor influencia que tuvo la cultura andalusí, y es en Antequera donde se ha consolidado su elaboración y comercialización a gran escala desde mediados del siglo XX, popularizado desde estas fechas por su alta hidratación y baja cochura para su consumo tostado en el desayuno.

Está documentado que el mollete se fabricaba y consumía en Antequera, al menos, desde 1539, fecha en la que aparece en un legajo culinario, en el conocido como Libro de María Enríquez, que forma parte del Archivo del Marqués de la Vega de Santa María, en concreto, en una receta familiar en la que emerge como base principal. En el documento, contenido en el Archivo Municipal de Antequera, se alude a términos gastronómicos en los que los protagonistas son la harina, la leche y los huevos bajo el nombre de "molletes reales".

De igual modo, la referencia comercial más antigua sobre su fabricación en la localidad malagueña se encuentra en un Acta Capitular del 19 de octubre de 1775 en la que se concede a Manuel Esbrí una autorización para "amasar pan francés y molletes celándose sobre la buena calidad y peso cabal de ambas especies". Ya en el siglo XX, fue el panadero antequerano Juan Paradas Pérez quien dedicó parte de su actividad a recuperar la elaboración de molletes, una tradición que se ha conservado hasta nuestros días.