Un día antes del el sorteo de Navidad de 2010 la entonces viceconsejera de Cultura Dolores Carmen Fernández Carmona y el exministro de Fomento José Blanco firmaban tres convenios de colaboración, para entre otras actuaciones en Andalucía, restaurar el Castillo de Miraflores de El Burgo. La noticia fue tan bien acogida por los habitantes de este pueblo serrano que la celebraron como si hubiese tocado la lotería un día antes.

Con un presupuesto de 201.399 euros, con cargo al llamado Plan de Arquitectura Defensiva de Andalucía, se contemplaba, tras un amplio estudio patológico, la restauración de las pérdidas de revestimientos y sustratos superficiales, meteorización de las tapias, reparación de desprendimientos y expolio de material constructivo, arreglo de fisuras y grietas, reposición del mortero de agarre sobre todo en fábricas de mampostería y la ladrillo así como la eliminación de hongos, líquenes y enraizamiento de flora parasitaría. Desperfectos causados por el paso del tiempo, fenómenos atmosféricos y biológicos, como se desprendía del estudio.

En 2015 «en vista de que no se hacia absolutamente nada, el Ayuntamiento de El Burgo y a través del grupo parlamentario de Izquierda Unida, se remitió al Parlamento Andaluz una petición sobre este asunto», recuerda el alcalde del municipio José Joaquín García. Esta queja provocó una reunión con el secretario general de Cultura y la delegada de cultura de Málaga que se transformó en una partida presupuestaria de la Junta de Andalucía por valor de 231.000 para la restauración en 2016, actualizando el proyecto.

Pero hasta la fecha, y después de 8 años, no se ha practicado ninguna de estas mejoras en este monumento emblemático situado en la tierra de los bandoleros mientras el desgaste y la inexistente conservación colocan en una situación de emergencia a esta fortaleza declarada Bien de Interés Cultural con la categoría de monumento desde 1993, junto a principal iglesia del pueblo: «Aquí pasa como con la carretera El Burgo-Ardales, que cada cierto tiempo se presupuesta una mejora pero nunca se llega a termino. El Castillo de Miraflores está en un estado lamentable. Es urgente su restauración. Hay zonas donde la piedra está quedando totalmente al aire porque, entre otros, los pájaros que anidan están descarnando las piedras que en alguna zonas han llegado a soltarse y caerse», destaca el regidor.

En 2016, el alcalde envió fotografías de la zona sur de la muralla a la Delegación de Cultura y nunca tuvo respuesta. Pero no solo el este monumento esta en una situación límite sino también la iglesia de la Encarnación que forma parte del Bien de Interés Cultural, puesto que los cimientos de la misma forman parte de la propia fortaleza.

No hay dos sin tres. El pasado mes de marzo, la delegada de Cultura y el alcalde de la localidad firmaron un borrador de colaboración para licitar y ejecutar las obras. Dicho proyecto contempla la restauración de un tramo del lienzo norte del castillo, construido en la tapial y sillería, de 35 metros de longitud que abarcaría las tres torres y los dos lienzos de la muralla entre estas, por perdida de material, la disgregación, la presencia de grietas en las fábricas de tapial y la destrucción por deterioro y pérdida de los elementos de coronación, aunque «hay que destacar que solo se actuará en la zona norte, en las tres torres, pero queda por completar una actuación en el resto del castillo, en la parte sur, que tras tantos años de abandono es la parte más degradada de este conjunto que jugó un importante papel en los tiempos de la reconquista», denuncia José Góngora, concejal de cultura burgueño: «Nos sentimos impotentes tras tantos años de espera mientras vemos cómo el monumento más importante de nuestro pueblo se va cayendo. Si no se actúa de urgencia podemos perder este patrimonio que no sólo es de El Burgo».