Más allá de ser el Museo de Belenes más grande del mundo, este espacio de la localidad malagueña de Mollina encierra en sus entrañas más de seis salas de talleres en los que estos meses más de un centenar de belenistas recuperan y devuelven el esplendor original a las piezas recogidas por todo el mundo.

Es lo que nunca ve el visitante, hasta ahora, momento en el que el responsable de este museo Antonio Díaz ha decidido abrir al público también estas seis salas en las que por grupos organizan los trabajos de restauración.

«El 99 por ciento de las piezas son obras de particulares de distintos puntos de la geografía mundial que nosotros recogemos y que no siempre están en las mejores condiciones», explica uno de los belenistas, Antonio Bernal.

Aportaciones que los propietarios hacen voluntariamente y que el museo recupera para sus exposiciones. «Nos encargamos de ver la calidad y si cumple con los requisitos del museo y tras llegar a un acuerdo la recogemos y restauramos», detalla.

Comienza entonces el trabajo en el taller. Fines de semana, y especialmente meses de verano, de intenso trabajo, en el que el tiempo libre que tienen los belenistas lo dedican a esta afición.

«Con el verano comienza la temporada alta de los belenistas y la actividad en el taller es incesante. Primero fijamos cómo queremos que quede la pieza o piezas dependiendo del tamaño del Belén y les damos las instrucciones a los belenistas, que solemos repartimos por grupos de trabajo», afirma.

Trabajos especializados para profesionales del montaje del belén. «No se trata de especialistas en algo concreto, el belenista es un artista completo, la mayoría de las ocasiones sabe hacer de todo y, aunque hay asociaciones en las que definen el trabajo, casi siempre la obra nace de una persona que deja en ella su impronta y, por lo tanto, no pasa por demasiadas manos; y eso también ocurre en el taller», especifica.

Belenistas que vienen desde varias comunidades españolas o incluso países como Francia e Italia hasta la localidad de Mollina para participar de este sueño que ha hecho realidad Fundación Díaz Caballero y que, tras su inauguración el pasado mes de noviembre, ha conseguido ya atraer a miles de visitantes a los que muestran ahora también el trabajo que hay detrás de esos grandes dioramas llenos de paisajes y vida. «El trabajo que se realiza dentro de este museo es excepcional, por eso queremos brindar la oportunidad de conocer de cerca el día a día de estos artistas, ver cómo realizan de forma totalmente artesanal sus creaciones y las peculiaridades de este oficio», declara Antonio Díaz, fundador del Museo de Belenes.

Ahora los talleres trabajan en la renovación de la exposición para esta próxima Navidad. «Detrás de cada representación se esconden meses de trabajo y grandes dosis de creatividad, por eso desde el Museo de Belenes más grande del mundo se ha querido invitar al sector del turismo de la provincia a conocer cómo se trabaja en estas obras de arte en temporada alta», especifica Bernal.

El cuidado de cada detalle, el mimo en la creación de cada una de las figuras y la recreación de paisajes de todo el mundo, este museo no sólo busca acercar el arte del belenismo a todos los ciudadanos, sino que también se preocupa de hacer llegar a los visitantes el valor artístico de estas obras. «Queremos compartir el valor humano y material que esconde cada pieza expuesta en este museo, por eso hemos decidido en esta ocasión abrir las puertas de nuestros talleres, para que se pueda conocer desde cerca cómo es la labor de estos artistas», explica Ana Díaz, fundadora del Museo de Belenes de Mollina.

Los responsables de este espacio, único en el mundo, van más allá y ahora sueñan con contar en el futuro con su propia escuela de belenistas, en ese entusiasmo por transmitir esta tradición que no entiende de fronteras pero también por preservarla y conservarla en generaciones futuras. «Eso será más adelante pero nos gustaría formar una escuela o cursos de belenistas, no sólo para aquellos que quieran perfeccionar la técnica sino para los que quieran también empezar de cero en este mundo», explica Bernal.

El museo

El Museo de Belenes consta de siete salas expositivas en las que se disponen los más de 60 belenes clasificados en dioramas -pequeñas escenas vistas a través de una ventana-; cúpulas -diseñadas en exclusiva para este Museo-; y belenes monumentales que ocupan salas al completo.

El recorrido se inicia en el vestíbulo con un imponente Arco de Constantino, que se levantó en Roma para conmemorar la victoria de Constantino I el Grande en la batalla del Puente Milvio; creado por Angela Tripi da la bienvenida a los visitantes.

A partir de ahí, todo es posible, un recorrido por los belenes del mundo con nombres reconocidos dentro del belenismo como el del arcense Antonio Bernal, el del madrileño José Luis Mayo o un belén popular de 25 metros que representa las ocho provincias andaluzas, de Vicente Martínez del Puerto de Santa María.

El Museo de Belenes de Mollina está abierto durante todo el año y ya es uno de los reclamos turísticos más importantes de la comarca de Antequera. Ahora, mientras muchos pasan su tiempo entre sol y playa, sus belenistas preparan nuevas recreaciones del Misterio más famoso del mundo.