El arte puede aparecer en cualquier rincón, y un neumático, una cámara de aire, o cualquier objeto desechado es susceptible de formar parte de toda una obra maestra.

Este es el pensamiento de Juan Antonio Ruiz Otero, vecino de la barriada García Prieto en Antequera que, desde hace años, lleva convirtiendo en esculturas neumáticos abandonados que ha recogido en la calle, en talleres o en el Polígono Industrial.

Una pasión por la artesanía que, unida a su compromiso con el medio ambiente y el reciclaje, ha hecho que una de las plazas de su vecindario acabe llena de vida y de color.

«La idea del reciclaje es muy importante para mí. Empecé recogiendo tapones de plástico, y luego comencé a hacer canastos y figuras de animales, con ruedas», explica. Y lo cierto es que tanto gustaron entre sus vecinos, que acabó adornando una plaza que estaba prácticamente abandonada.

Así, donde antes solamente se veía una explanada de hormigón, ahora se puede disfrutar de todo un jardín del Edén fabricado a base de neumáticos usados, hilo de pescar, hierros, pintura y muchísima imaginación. Rosas gigantes, serpientes enroscadas en maceteros y hasta grullas a tamaño real conforman este paraíso artificial, en el que hasta las plantas naturales han acabado floreciendo.

«Este pequeño espacio hasta se ha convertido en un vivero», bromea Juan Antonio, y es que incluso sus vecinos han colaborado y colaboran aportando plantas. «Aquí crecen estupendamente, así que he aprovechado para montar un pequeño huerto. Incluso la gente viene a pedirme las plantas que les hace falta, como aloe vera o hierbabuena», explica.

Una afición que nació de la forma más insospechada. «Comenzamos mi hijo y yo a ver tutoriales en Youtube, y empezamos a darle forma a neumáticos que en principio nos encontrábamos en la calle. Más adelante decidimos recogerlos en el punto limpio, y también buscamos en revistas y fotos de internet cómo es cada animal, para hacerlo lo más real posible».

De esta forma, en su taller improvisado a plena luz del día y en plena calle, Juan Antonio da forma a estas esculturas, eso sí, no sin encontrarse alguna queja por parte de los vecinos debido al olor que desprenden los neumáticos al ser trabajados, e incluso ha comenzado a hacer objetos como maceteros y camas para mascotas por encargo. «Realmente no busco ganar dinero con esto, pero por ejemplo comprar la pintura es caro al final, por lo que agradezco siempre una ayuda», continúa.

Una labor que, además, el antequerano utiliza para reivindicar el estado de abandono en el que afirma que el Consistorio tiene a su barriada. «El desinterés por García Prieto es total. Solamente hay que echarle un ojo al parque de niños que tenemos, que está completamente roto desde hace años. Por no hablar del suelo empedrado. Que un niño juegue en este lugar es un peligro. Pero al Ayuntamiento le damos exactamente igual». El resultado de esto no es otra cosa que una mala fama para el vecindario que, según Ruiz Otero, está totalmente injustificada. «La gente tiene una muy mala imagen del barrio, pero la verdad es que, habiendo alguna excepción, lo cierto es que aquí sólo vive gente trabajadora», argumenta.

Juan Antonio, de 58 años, cada vez puede ocuparse menos de crear esculturas, y es que un problema de corazón le impide realizar esfuerzos. «Para mí es una faena, pero ahora mi hijo es el que lleva la mayor parte del peso de este trabajo. Gracias a él, podemos continuar poniendo nuestro barrio un poco más bonito», apunta.